lundi, octobre 31, 2011

Treynta i uno de ottubre de MCCXXV: "Mar en fotos"

El otro día estaba inspirada y fui a ver el mar desde el Paseo Nuevo. A lo tonto, desde que vivo aquí, no había ido a verlo y es una auténtica gozada. Al poco de venir yo a vivir por estas tierras, el Cantábrico decidió estar en abierto desacuerdo con el paseo en cuestión y preparó una estupenda, dejando un escenario digno de grandes clásicos postapocalípticos, pero ya hace unos cuantos meses que lo habían reabierto.

En cualquier caso, hacía tiempo que tenía ganas de darme un paseo por ahí y todavía no lo había hecho. En septiembre cogí gusto a comer en la playa y hacer unas buenas caminatas hasta la hora de volver al trabajo. Ahora, que no termina de hacer tiempo playero (aunque todos sabemos que a mí los "días playeros" no son los que más me gustan), he decidido aprovechar para dar caminatas por otras zonas que tenía en "pendientes" y el Paseo Nuevo fue la de ayer. Quizá la semana que viene vuelva a subir a Urgull, que nos llevó el bicho en verano y se me olvidó la tarjeta de la cámara de fotos (un clásico).


Me obsesiona el mar desde que era una cría. No es nada extraño, ya lo sé. No hace falta tener una sensibilidad especial, ni un ancestro elfo, ni escuchar el sonido de las Nereidas por la noche. El mar le fascina a cualquiera y supongo que más aún a quienes básicamente hemos vivido en interior.


Afortunadamente, mi "interior" es más "exterior" que otros. A fin de cuentas, la playa está a una hora de Pamplona y según cierta regla de tres... si Madrid tiene Vallecas, Pamplona tiene mar, o eso llevo diciendo desde el año de la zambomba. Pamplona no tiene mar, no, pero está lo suficientemente cerca para que todos hiciéramos visitas cuando éramos críos: Donosti, Zarautz... quincenas de vacaciones y visitas a parientes que vivían por aquí. Y luego están las colonias de Fuenterrabía (porque entonces eran de Fuenterrabía y no de Hondarribi), que parecían un campo de entrenamiento militar más que un campamento, pero que inexplicablemente a todo el mundo le encantaban. Se hacían en turnos de "niños" y de "niñas", dormíamos hacinados (hacinadas en mi caso) en habitaciones de 52 niñas y paseábamos en fila de a dos y en uniforme (lo que está bien para los pobres monitores que tenían que tener localizados a la friolera de 26 niños por cabeza, cosa que ahora es bastante ilegal). Nos llevaban a la playa pero sólo nos dejaban bañarnos un cuarto de hora en toda la mañana. Un cuarto de hora siempre que hiciera buen tiempo, hubiera bandera verde y no estuviera la playa plagada de gente. Pero nos lo pasamos bien, maldita sea, yo tengo un desconcertante gran recuerdo de todo aquello. Total, que me fascina el mar y que no es nada sorprendente.

Total, que todo esto es una mera excusa para dar salida al tropollón de fotos que tengo metidas en el ordenador y que ya no es plan de seguir subiendo al feisbúc, porque principalmente me interesan a mí misma. Y a fin de cuentas este es mi blog y me interesa a mí misma. A mí misma, a los cuatro de siempre, al misterioso visitante habitual de Barañáin y a un montón de frikis convenidos de que Geralt de Rivia se llama Gerard o Gerald o de cualquier otra manera. Qué cruz más grande.
Ahí os dejo las fotos, espero que os gusten...

Igeldo y Santa Clara desde el Paseo. Como se ve, el día estaba revueltillo, aunque queda en tintero hacer un paseo con una tormenta en condiciones. Aunque casi mejor lo haré un día que no me toque volver al trabajo por la tarde...

Un año me haré con un trípode. Hasta entonces me tocará confiar en mi buen pulso o algo así. ¿Verdad que impresiona ver sólo el cielo y el mar? Creo que quería hacer estas fotos precisamente por esto. En las playas, con los montes rodeándolas y la isla de Santa Clara delante, da menos respeto...

Mar revuelto

Urgull. ¿Recordáis cuando estudiabais los estratos de la tierra en geología? Pues eso. Me encanta esta foto.

Piedros que intentan impedir que el mar se coma el mundo. Lo tienen complicado.

El mundo desde la Zurriola

El Paseo Nuevo avistado desde la playa de Gros, con el monte al fondo. las pelotillas negras que se ven en el mar son surfistas, que no pierden una. Lo bueno de que no haga sol es que la playa se vacía de gente, pero a los surfistas no se les pierde de vista fácilmente...

Y ya que estoy en modo "fondo de pantalla" on, aprovecho para subir otras que hice un amanecer lluvioso que quedaron bastante chulas:

Urgull y Santa Clara al amanecer. Cómo me gustan las fotos en sepia.

Amaneciendo en la Concha después de toda una noche de lluvia...

Parecida, pero con color natural. Tampoco desmerece mucho, la verdad.

Amanecer en la Concha y no hay ni un alma...

Pues nada, con esto y un bizcocho (un phoskito, de hecho). Me despido. Blogspot me está tocando las narices con los caracteres últimamente. La madre que los trajo. Pues es lo que hay y así se queda.

Dicho esto... recomiendo el "Viens jusqu'à moi" de Élodie Frégé y Michal, que sólo nos gusta a Álvaro y a mí porque es una moñada como un piano, pero que mola. Y de beber, el té negro Irish Cream que estamos desayunando por aquí. Sí, a estas horas.

4 commentaires:

Nu a dit…

Bueno, el bizcocho te lo comiste anoche :P. Y hablando de tés... anoche estuve poco fina porque tengo té que me han traído de India y se me olvidó ofrecerte. Ains.

En cuanto al mar, aunque seas de costa, como servidora, siempre te llama. Yo llevo muy mal vivir lejos del mar, muy, muy mal...

Azelaïs de Poitiers a dit…

Ooooh el bizcocho aquel que tenía adictina y no podíamos dejar de comer pese a lo llenos que estábamos...

Apunto lo del té de la India, jaja, pero vamos a ver, Nuria, si no tuvimos ni tiempo... no hicimos más que zampar y beber. Me di cuenta de que no nos subió nada de lo que bebimos básicamente porque habíamos comido como si no hubiera un mañana.

Lo del mar... eso se lo he oído a más gente de costa. Muchos aseguran sentirse muy ahogados cuando viven en ciudades de interior... Pero supongo que el tipo de "fascinación" es diferente. Los de mar necesitáis tenerlo cerquita, los de interior lo vemos y flipamos a modo de "oh, mira, es el mar... qué graaaaaande... no se acaba nunca..." jajaja.

Yo me tiro la vida haciendo fotos, aprovechando que siempre suelo llevar la cámara encima. Es que cambia mucho según la marea, la luz, la hora del día, el tiempo que hace... y siempre es buen plan sacar más...

keleb-dûr a dit…

a mí me pasa igual, aunque no vaya mucho a la playa (y la mayoría de las veces voy en invierno y a pasear) me gusta tenerla cerca, en el interior me sentiria un poco acorralada. Muy chulas las fotos.

Azelaïs de Poitiers a dit…

Ashiash Keleb. La verdad es que eso que dices se lo he oído a más gente, jajaja. Lo cierto es que es una gozada tener el mar tan cerquita aunque no se sea de sol y playa. Además, como aquí lo del sol va con cuenta gotas... pues básicamente se va a la playa a pasear, jajaja.