Yazston pertrechado para la batalla. Creo que él estaba convencido de que no le terminaría el traje, pero estaba todo fríamente calculado, jajaja. Como llevo dos semanas diciéndole... "si es que en realidad no queda nada, si podría montártelo hoy si lo necesitaras mañana, pero ya que lo hacemos, lo hacemos bien", jajajaja. Reconozco que si hubiera tenido dos semanas más, habría seguido haciendo apaños y me hubiera quedado más satisfecha, pero estoy bastante contenta con el resultado. La daga y la ropera, del maestro Savo, ése sí que es un grande.
El caso es que no es la primera vez que paso los días previos al evento cosiendo como una descerebrada y ultimando cosas. Esta vez, como no me he cansado de repetir, hace como dos semanas que estaba todo casi acabado. Sólo quedaba poner el cuello a esto... rematar esto otro... llevar todo a remachar... comprar cordoncillo... cosas tontas de todo tipo pero a las que hay que dedicar un poquito de tiempo. Y, entre unas cosas y otras, nunca se lo dedicaba. Tampoco diré que me haya entretenido en unas cosas y otras por obligación, todo sea dicho... acompañar a Rober a los talleres del maestro Savo, echar un cafecillo con Nuria o unas cervezas en la playa mientras íbamos a un concierto que me interesaba un pie han venido estupendamente para relajar el ambiente pero a lo tonto, llevo como dos o tres semanas con la cabeza pendiente de "tengo que hacer esto y esto otro", haciendo planificaciones de tiempo y tareas mientras estoy en el curro y yendo y viniendo de tienda en tienda. Hoy, de repente, me encuentro con que no tengo nada que hacer y eso es lo raro. Lo normal es pasar estos días de saturación (de mucha mayor saturación, todo sea dicho) y luego coger las cosas, marcharme y volver dos días después reventada y viendo la casa hecha un Cristo. Esta vez me encuentro aquí solita en casa y sin nada que hacer por primera vez en semanas. Es tan raro que llevo todo el día pensando "no debería estar aquí tirada, tendría que hacer... ah, nada, no tengo que hacer nada", jajaja. Admito que sí tengo la casa hecha un Cristo, pero hay tiempo para recogerla, ejem.
Fin de semana largo, porque además aquí Santiago es fiesta (primera fiesta en meses, maldita sea). Dos días completos de relax absoluto, dedicados a ver películas, dormitar, leer, rascar las orejas a mis gatas, marujear por internet y vegetar en términos generales. Son fiestas en Rente y estos gañanes de Atlas se lo están pasando en grande preparando chocolate y bebiendo cerveza hasta las mil, pero la verdad es que por pimera vez en semanas tengo la excusa perfecta para pasar el fin de semana completo haciendo el vago en casa en pijama. Además, ahí fuera está cayendo el Apocalipsis y no vean lo bien que acompaña al té casero y al libro y la mantita (esto SÍ es un verano).
Y poco más. Viene a ser un previo al mes de vacaciones que se me viene encima después de cuatro días laborales que pasaremos como podamos y en los que intentaremos no matar al jefe ni quemar la empresa. Y van a ser unas vacaciones merecidísimas porque, con tanto cambio de curro y de ciudad el año pasado, llevo sin tener semejante lujo desde 2009 y para éstas tengo la agenda tan saturada que no sé si voy a tener tiempo de hacer todo lo que pretendo. Se pueden imaginar: papeleos burocráticos, búsqueda de un trabajo con mejor horario, leer, ver alguna serie de mi inmensa lista, ver películas también de otra lista igualmente inmensa, jugar por fin a la Xbox, dormir mucho, volver a hacer ejercicio, pasear por la playa... y hacer un par de escapadas que tenemos planificadas (a Salamanca y a Carcassonne) y que tengo muchas ganas de hacer, a falta de un viaje en condiciones. Tengo que coser, también, porque en octubre nos vamos al vivo de la Leyenda que organiza Colesterrol y al que tengo muchísimas ganas de ir. Como no tengo medida, ya he prometido hacer seis kimonos, que no es ninguna broma, así que no puedo tardar mucho en ponerme manos a la obra. Con tiempo libre, ya será otro tema pero, lo dicho... es un mes, que parece mucho, pero que se pasa rápido y más con todo lo que tengo pendiente.
Dicho esto... vuelvo a donde estaba, a seguir leyendo "El espino de plata", que se está poniendo truculento con ganas y últimamente sólo he podido leer en el trayecto del autobús. Me despido recomendando un Earl Grey con leche y un poquito de canela y una canción que me encanta, el "Stirb Nicht Vor Mir" de Rammstein, con la colaboración de Sharleen Spiteri (la de "Texas"), cantante que siempre me ha gustado mucho no, lo siguiente.
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