La cruda realidad es que a mí Puccini no me convence. Ya sé que más de uno me retirará la palabra después de estas tajantes declaraciones, pero esto es así, Puccini, en general, se me hace denso y aburrido. Y no es que no lo haya escuchado suficiente, no crean, tuve Il Trittico y tuve Tosca y ésta última la escuché bastante. Sin embargo, y aunque Tosca no me desagrada, il Trittico se me hace pesado y confuso, aunque no tan denso como La Bohéme ni tan aburrido como otras, como La Fanciulla del West y, qué quieren que les diga, sé que me mirarán mal, pero yo siempre he dicho que Puccini es como un Wagner malo. Está muy bien lo del continuo musical, evitar arias (aunque Puccini las mantiene mucho más que Wagner) y el leitmotiv, pero Puccini no maneja la orquesta como la lleva Wagner o, más bien, considero que tardó en hacerla funcionar no igual, pero sí de manera igualmente impactante, así que suelo decir que es un Wagner malo y si mi tío Martín o mi amiga Cecilia leen mis palabras, me dejan de hablar, seguro. Afortunadamente, dudo que se pasen por aquí.
Y el caso es que, como digo, tampoco lo odio como a Mahler. Admito que tiene piezas bonitas, me encanta el aria del tenor de Tosca y "Nessun Dorma" fue mi aria de tenor favorita hasta que descubrí el "Ah sí, ben mio" del Trovatore pero, en general, cuando leo que van a hacer algo de Puccini suelo escaparme por patas. Aquí haré dos únicas excepciones: "Madame Butterfly" y "Turandot". Y es que considero que la instrumentación de las últimas obras de Puccini es considerablemente mejor que la anterior, por no hablar de que me encanta cómo va tomando temas orientales y los introduce en sus obras. En "Butterfly" es más que evidente, en "Turandot" es tan impresionante que considero que, de haberla terminado, habría sido la mejor de sus obras (considerando que no está terminada, no me decido, hoygan, ambas andan a la par). En cualquier caso, así como no es complicado ver "Madame Butterfly", "Turandot" es una de esas obras que no hay manera de que representen en ningún lado, maldita sea, y aunque el "Nessun Dorma" lo conocen hasta los críos de veces que se ha repetido, es una obra que, en general, debe de dar mucha pereza representar, así que nunca he tenido la oportunidad de verla.
El caso es que este sábado la AGAO montó una representación de "Madame Butterfly". Fue mi primera visita al Baluarte y, para mi desgracia, acerté plenamente en todas mis sospechas. La cultura en Navarra se ha privatizado y exclusivizado de manera vergonzosa. Antaño, cuando se representaban obras en el teatro Gayarre, era más difícil que se ocuparan las 2000 plazas que tenía (el Baluarte tiene unas cuantas más), la gente iba arreglada, a veces, menos arreglada entre semana. En el anfiteatro teníamos montado un grupete de gente a la que nos gustaba tanto ir, que preferíamos ocupar las entradas más baratas para poder permitirnos ir más a menudo. A día de hoy, el Baluarte es mucho más grande, mucho más pijo, mucho más caro... y no es mejor. Eso sí, para deleite de quien quiere ir "a aparentar", aquí se puede aparentar mucho más, señores. Ya saben: grandes escaleras, grandes pasillos, barandillas desde donde contemplar quién va más divino y con quién va Fulanita. Y sí, no niego que tenga cierto encanto piji eso de ir divino de la muerte y de cotilleo, y no negaré que eso me gustaba cuando solíamos ir a ver las operas de la ABAO pero, a diferencia de lo que se nos ofrecía en Bilbao, al margen de pasillos molones y lo de más allá, el auditorio en sí es bastante mediocre.
Se trata de un auditorio de este estilo moderno que se lleva ahora, ya saben, maderas de colores claros, minimalismo... Sin embargo, la acústica era bastante sin más y los asientos condenadamente incómodos, antes del primer descanso ya tenía un dolor de espalda infernal. Si siempre nos hemos quejado del escenario del Gayarre, por pequeño, aquí no se han esforzado en ampliarlo y, aunque he de reconocer que la visibilidad es bastante buena y se diría que lo es prácticamente en cualquier zona, el escenario es pequeño y ahí no cabe mucha cosa. Para colmo de males, añadiremos que tuvieron la gracia de hacer la obra "semiescenificada", esto es, metieron la orquesta en mitad del escenario y se quedaron más anchos que Blas. Encima, lo vendieron como si fuera algo extraordinario o algo así. Extraordinario las narices, o quizá sí, mira, más ordinario de la cuenta sí que fue. La orquesta ahí en medio entorpecía la visión del escenario y el paso de los cantantes. De la situación del coro ya ni hablamos, no tenían ni donde meterse los pobres. Menos mal que es una obra con poco de coro y mucho de solistas.
En fin, aparte de todos estos males que me hicieron arrugar la nariz bastante nada más llegar, he de decir que asistimos a una Butterfly correcta, bien representada, con una Cio Cio San bastante digna (tampoco diremos espectacular... se le notaba un cierto tono metálico en los agudos y al principio parecía que no los definía bien... ya al final del primer acto había mejorado bastante y en los siguientes cumplió con creces) y una Suzuki mejor todavía. Bien en el caso de los secundarios, salvo en el caso de Pinkerton, que resultaba un poco gangoso y nada claro en la vocalización. La orquesta estuvo, como suele ser en estos casos, estupenda y los decorados y escenografía muy buenos pese al desastre que les hicieron poniendo a la orquesta en medio. Mención especial para el vestuario, los kimonos de Cio Cio San eran preciosérrimos. Dónde leches han conseguido esas telas o directamente comprado esos kimonos... no lo sabemos, pero nos gustaría, vaya que sí.
Y poco más, salvo que siempre es un placer volver a la opera, afición que, por desgracia, tengo bastante dejada de lado pero procuro mantener yendo al menos una vez al año. A ver si recupero de una vez la frecuencia de antaño, porque merece y mucho la pena. Pese al pijismo.
Y esto es todo por hoy, que estoy agotá por otras causas que ya comentaré en el próximo post, si eso, que se me acumulan los temas por falta de tiempo. Un saludillo, un té verde y un poco de la Butterfly, el mítico "Un Bel di vedremo" con el que me eché una buena llorera, hoygan, y bien a gusto. Pena que me había echado rímmel. Y que no llevé clínex. Se lo dejo con la Callas para que no puedan encontrar defecto alguno, no me digan que no soy generosa.
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