Un año más me reafirmo en que es una de mis épocas favoritas del año. Se dice que las Navidades son para los niños, porque a fin de cuentas son los que más lo disfrutan... pero uno se va haciendo mayor y va creando otras costumbres, otras celebraciones, otras cosas que celebrar (recibir un ramo de rosas enorme me dejó con cara de idiota para todo el día... ¡gracias!), otra gente con la que celebrarlo. Un año más es bonito celebrarlo con la familia, la propia y la ajena, en torno a una buena mesa de cocina casera o, como ha sucedido este año por causas ajenas a la organización, en un restaurante árabe (toma herejía). Qué más da. Lo importante es estar juntos, echarnos unas risas, dedicar un tiempo a saber cómo le va a éste o a éste otro o hacer los chistes de todos los años.
Un año más, también, es bonito reencontrarnos con gente que no podemos ver tanto como quisiéramos, sobre todo los que hemos vivido fuera y más aún los que seguimos lejos de nuestra tierra (aunque ahora bien cerquita). La vuelta a casa (por Navidad, como el Almendro) nos ha permitido pasar buenos ratos con gente a la que apenas vemos: cenar con Ortzi y su chica (y echarnos unos buenos cubatas el día de Nochebuena), tomar cafés con Álvaro y Paula, echar unos pintxos con mi hermanito por Pamplona cuando teníamos que estar apañando los trajes de Nochevieja... ver a éstos y aquéllos. Si eso no merece la pena...
Nochevieja: grupete inicial. Un inesperado buen tiempo nos permitió hacer el idiota un buen rato, sacarnos unas fotos y ver los trajes que llevaba el personal. Este año hubo algunos tremendos.
Un año más el día de Nochevieja me ha permitido coincidir con gente a la que apenas he podido ver este año. No sólo Álvaro y compañía. No sólo mi prima, Dieguito y Paula, que se fueron en seguida a casa, malditos, sino también a los colegas de mi hermano, a Manu (joer, qué ilu me hizo verle... últimamente no había manera de coincidir), Melkia, Xabi y a Urko, con quien terminé en juerga del Metal. Este año, además, he tenido la suerte de coincidir con gente que hacía años que no veía... y es bonito, mucho, darse una cuenta de que toda esa gente que recuerda, aún se acuerdan de una y se alegran de verla bien y contenta, de la misma forma que una se alegra por ellos. Me pongo tontorrona porque me alegro mucho de ver que siempre me he rodeado de gente que merece la pena y que, aunque hayamos perdido contacto, ahí siguen tirando para adelante. Con sus cosas buenas y sus cosas malas. Con sus problemas de curro, de familia, de cuadrilla, pero tirando para adelante de mejor o peor manera. Alguno dando muy buenas noticias: ése se ha echado novia y está todo tonto, el de allá está en cuenta atrás para conocer a su primer vástago, otros han hecho buena carrera profesional y otros muchos sencillamente viven bien, que no es ninguna tontería, por cierto (un año hablaré de cuánta razón tenía Horacio con la cuestión de la Aurea Mediocritas, pese a lo que pensé al respecto cuando lo estudié de adolescente).
Como no tengo ninguna en la que coincidan Álvaro y Paulatxa, subo dos y fuera. Al clan oriental se nos sumó un romano. Cuginooo
Cenas con la familia, pintxos con amigos, quebraderos de cabeza para decidir qué vamos a regalar a la gente que nos importa... Un año más me declaro fan oficial de las Navidades, aunque en los tiempos que corren, esto resulta de transgresor para arriba. Y hasta ahí sigo leyendo, que menudo arrebato ñoño os casco todos los años. Recomiendo un té con esencia de ron como el "ponche nórdico" que compré el otro día y "Song of the Sage" de Amorphis, que para nórdicos, ellos.
2 commentaires:
Yo he ido cambiando un poco mi opinión sobre las navidades.
NO me gustan, me deprimen (o al menos me ponen en modo melancólico, cual un piltrafilla emo) y me desagrada el exceso que trae consigo en muchas cosas; pero...
...pero es cierto que cada vez valoro más el juntarme con la familia, y los gestos que se dan con amigos y compañeros en estas fechas y que son más raros el resto del año. Digamos que he aprendido a destilar la parte que merece la pena de estas fechas y dejar de lado la parte asqueante.
Hay detalles buenos de las navidades. Hoy, por ejemplo, acabo de disfrutar pasándome la mayor parte de la tarde buscando un regalo para mi hermana que crea que en verdad le guste. Y aunque ha sido deambular por el infierno en forma de tiendas, me ha gustado hacerlo porque estaba buscando algo para ella...
De todos modos, últimamente todo hijo de vecino me llama ñoño, así que... ¿será el influjo emo-navideño?
:-D
[http://elescribatorpe.blogspot.com/]
Juaz, David, es que en el fondo tú también eres de la facción moñas... y eso se tiene que notar.
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