España quizá no dispone de una Acrópolis o de un Miguel Ángel, pero sí tiene el Monasterio de Silos, la Sagrada Familia, Roncesvalles o el castillo de Loarre. Esto, que en algunos sitios se conoce, se cuida y se intenta promocionar, en otros se tiene absurdamente dejado y abandonado. O sencillamente no se da a conocer, porque no interesa ni siquiera a los habitantes del lugar. Hace cosa de una semana estuvimos de visita por Carcassonne. Pasear por las murallas, visitar las estancias del castillo que son accesibles o dar un paseo por la iglesia resulta una gozada, además de que ofrece mucha información al visitante sobre toda la historia de la ciudad, pero Carcassonne ofrece al visitante muchísimas tiendecitas, hoteles de toda clase, restaurantes... etc. El turista que visita Carcassonne disfruta de una ciudad muy bien reconstruida y documentada, pero al mismo tiempo recibe una buena acogida que no tiene, por ejemplo, la persona que quiere visitar Loarre.
Más que recomendable la visita de Carcassonne, aunque más de uno ya lo sabéis de primera mano. Las enormes murallas dobles, el atractivo que tiene todo lo relacionado con los cátaros, la visita al castillo donde pasaba sus días Raymond Roger de Trencavel o la ingesta de la famosa cassoulet (yo no tuve valor para hincarle el diente) atraen a centenares de turistas que disfrutan de una muy buena musealización y toda clase de servicios turísticos. Se me olvidó meter la tarjeta SD en la cámara de fotos una vez más. Tendré que robarle a Yazston las suyas...
Desgraciadamente, debemos echar la culpa de esto a una cuestión educacional. En Francia o en Italia, el estudio de la Historia está muy bien valorado y la preservación del patrimonio se considera de importancia fundamental. Sin embargo, el nivel de desconocimiento en estas materias en nuestro país es más que lamentable y tristemente en algunas zonas es peor que en otras.
Loarre. Más pequeñito que Carcassonne, sí, pero con mucho material que ofrecer al visitante y sin que Violet le Duc haya metido mano. Desgraciadamente, aunque es visitable, está bastante dejado y muy mal presentado al público, con una de estas guías turísticas que saben menos del tema que cualquiera de los visitantes (ya es triste, con la de gente bien formada que hay en este país). Al menos así fue cuando yo lo visité hace ya un tiempecillo. Me alegraría saber que ha mejorado el tema.
Me sorprendió mucho, cuando cursaba el CAP, el escaso interés que tenían mis compañeros de clase en visitar cosas. Estamos hablando de gente que teóricamente está interesada en patrimonio y en historia, puesto que éramos todos licenciados de Humanidades, Historia e Historia del Arte. Sin embargo, cuando el profesor preguntaba quién había estado en sitios como Daroca, Teruel o Huesca... ¡no había estado nadie! Levantábamos la mano cuatro y una de ellas era yo. Tremendo. Estamos hablando de Aragón, donde el patrimonio histórico no es precisamente reducido. Disponen de castillos, iglesias, monasterios, patrimonio romano o casas palaciegas hasta hartarse, pero ni los conocen, ni los preservan, ni los musealizan correctamente, ni los explotan debidamente. Y hablo de Aragón porque ahí he vivido y he visto el percal de primera mano. No me cabe la menor duda de que en muchos sitios se cuecen las mismas habas.
No queda sino culpar de esto a los programas educativos. Si no se enseña a la gente a apreciar, valorar y proteger lo propio desde la infancia, se harán mayores y no verán ningún interés en mantener tal castillo o tal iglesia cuando se puede invertir en capital en cosas que "dan más dinero que cuatro piedras viejas". Diré que en Navarra en general se cuida mucho más ese aspecto educativo (o se cuidaba, al menos, cuando yo era una cría... vaya usted a saber qué pasa ahora) y desde pequeños nos llevaban a conocer Estella o Roncesvalles, o nos hacían recorridos por Pamplona para que aprendiéramos por qué se construyó la iglesia de San Cernin o qué tiene de importante el claustro de la catedral. En este sentido, y durante mucho tiempo, creo que podemos presumir de una buena gestión de ese patrimonio, que ha combinado buenas reconstrucciones con buena exposición al visitante, además de que se ha explotado mucho a la hora de ofrecerlo al turista. Desgraciadamente, estos últimos tiempos, la desastrosa gestión de UPN ha hecho mucho daño al patrimonio, destrozando irremediablemente obras importantes como el palacio del condestable (edificio que fue del siglo XVI y ahora es de antes de ayer) o levantando la plaza del castillo arruinando todos los restos arqueológicos que se conservaban gracias a una intervención chapucera. Eso sí, han tenido a bien hacer un museo de los Sanfermines (¿¿¿???). Gracias, Yolanda Barcina, el pueblo te aprecia, no creas.
Política aparte, la musealización de lugares patrimoniales es un tema que me interesa más que mucho. Visitar un lugar histórico no tiene que ser un mero "qué bonito es todo, como me ha gustado, qué ventanas más bonitas tenía esa casa", sino que debe ser una oportunidad para aprender, para saber cómo se vivía en esa época, para qué se construyó tal o cual edificio y qué uso ha tenido a lo largo de los siglos. En este sentido me quedé gratamente sorprendida por todo lo que pudimos conocer recientemente en una escapadilla a Salamanca. Visitamos la casa de las Conchas, paseamos, estuvimos en un museo sobre Guerra Civil y Masonería que, aunque pequeñito, estaba muy bien documentado y ofrecía muchísima información, tanto en folletos como en un pequeño vídeo que se ponía cada poco tiempo. Pero donde más tiempo invertimos, por razones más que evidentes, (no había cosas ni nada para ver ahí dentro) fue en las dos catedrales. Impresionante y monumental la nueva, pero me pareció que tenía mayor encanto la vieja. Conserva con muy buena calidad una importante cantidad de pinturas originales, dispone de un retablo impresionante y a nivel personal he de decir que me encantaron los múltiples sepulcros que se conservan, tanto los monumentales como los que son simples losas en el suelo (losas que no se localizan ya en demasiados templos...).
Pero si algo me pareció particularmente bien expuesto fue el recorrido que tienen organizado por las torres de la catedral vieja. Aparte de que es impresionante poder disfrutar de las vistas que se encuentra uno tanto en exteriores como en el interior de la catedral, en las salitas tienen montada una exposición con toda clase de objetos, esculturas, libros, instrumentos musicales, etc. que buscan mostrar al visitante toda la vida que giraba en torno a la catedral. De qué manera ésta no era un edificio muy bonito en el que se gastó mucho dinero y al que se podía asistir a los oficios religiosos si uno quería, sino un centro importante de la vida en Salamanca.
Planos explicativos de los momentos constructivos de la catedral, dentro de una de las salas musealizadas.
Como os podéis imaginar (quienes no lo conozcáis ya), los folletos, carteles e incluso el audio ofrecen una cantidad ingente de información sin por ello entorpecer la visita. En resumidas cuentas, una gozada. A ver si aprenden de esto en muchos otros lugares... que ya nos vale.
Subir hasta aquí merece mucho la pena. Las salitas musealizadas en el interior de las torres, las privilegiadas vistas al interior del templo y estas vistas de exteriores creo que son motivos más que suficientes.
Dicho esto, recomiendo un poco de Blind Guardian, que últimamente estamos en plan remember o algo... "Nightfall". Y de acompañamiento, un batido natural de fresa, rico, rico.