samedi, mars 01, 2008

Uno de marzo de mildoscientos vint i dos: Yoshida Brothers

Sin comerlo ni beberlo nos hemos encontrado hoy en el concierto de unos hermanos japoneses que tocan el shamisen. El otro día me dijo Arien que le daba pena no poder venir a verlos (por exceso de planes) y le dije que no los conocía y que prefería no saber si eran buenos porque yo también andaba un poco agobiadilla. Pero mira tú que sí que vi el vídeo que me pasó y decreté que no había planes suficientes que me impidieran ver semejante maravilla, jaja. El caso es que se los puse a Marcos y también se le salieron los ojos y esta mañana le he mandado un mensaje a Paula y también se ha apuntado (hecho que nos ha congratulado, no sólo por su estupenda compañía, sino porque encima al ser de la CAI, sacaba las entradas a mitad de precio, cosa con la que no contábamos, jajaja). Si en el vídeo que me pasó Arien y en alguno más que vi nos gustaron bastante, vistos de cerca eran otro mundo. Es impresionante el sonido que sacan esos malditos a ese instrumento, por no hablar de la habilidad que tienen. Musicalmente llevan un estilo bastante peculiar: por un lado hacen música tradicional japonesa, por otra parte, en algunas canciones, principalmente las propias, introducen esquemas occidentales, lo que hace que sea en parte más fácil de oír por nosotros, miserables europeos. En cualquier caso, cuando tocan música más tradicional utilizan temas muy rítmicos que se hacen mucho más agradables al oído que el típico "tirurííííííu..... ..... ... ti ... ... ... tatata.... tiruuuuuuu" que suele salir de fondo en las películas de Kurosawa y demases de la época. No se preocupen, yo me entiendo, de verdad, jajaja. El caso es que hay música demasiado japonesa para los que hemos nacido tan lejos, jajaja. No es el caso de la que tocan los Yoshida Brothers.

A nivel de técnica eran absolutamente impresionantes. Nunca había visto un concierto de shamisen, por lo que no tenía ni idea de que se podía sacar tanto partido a un instrumento de tres cuerdas. Claro que lo había escuchado, pero en directo tiene unos matices completamente diferentes a lo que se registra en las grabaciones. Nos ha resultado un completo descubrimiento y hemos decidido comprarnos uno e ir a Japón a buscarnos un profesor que nos enseñe, jajaja. Aunque todo sea dicho, creo que hace falta practicar durante toda otra vida para llegar a hacer algo parecido a lo que hacen estas gentes. Hemos decidido que eran samurais de la música y que debían estar rompiendo unas siete cuerdas por cabeza y canción. Y eso que son sólo dos. Luego hemos pensado que igual no las rompían porque estaban hechas con tendones de demonio japonés o con bigotes de dragón.

La única pega que ponemos al concierto de hoy va dirigida a los asistentes. En un primer momento hemos flipado de que se hubieran vendido ya unas trescientas entradas antes de que compráramos las nuestras (y yo creo que si después no se han terminado las 400 que había, habrá andado cerca). Una vez ahí, nos hemos quedado totalmente trastocados con el personal que había comprado las entradas en cuestión. ¿Qué publico se imaginan para un concierto de música japonesa? Pues digamos que la media de edad rondaría los cuarenta y pico años y que todo el mundo andaba absolutamente apijotado. Casi nos hemos sentido mal yendo de calle. Bueno, pues lamentablemente, una parte considerablemente mayor de lo esperado de ese "respetable" público se ha tirado medio concierto de cháchara. Y si ya es triste no poder esperar a que termine una canción para poder ilustrar a tu acompañante con brillantes comentarios, más triste es que la gente no conozca el significado del verbo "susurrar". Hemos hecho bastante mala leche y de paso hemos pasado una señora vergüenza ajena. ¿Por qué en este condenado país no se tiene ningún respeto por la gente que representa cosas? El comportamiento del personal en un concierto, en teatro o en cualquier representación es similar al que tienen cuando van al cine. Y no es, ni muchísimo menos, lo mismo. Supone una falta brutal de respeto contra quienes están representando y contra el resto de los asistentes.


En fin... en cualquier caso... muchísimas gracias, Ariencita, por semejante descubrimiento. Ya nos estamos bajando toda la discografía. Por cierto, que es una penita que a veces tiran de música más comercialota y más tipo "chill out" o "new age" o lo que cuernos sea. Decididamente nos gusta más cuando tocan ellos dos solitos y se dejan de ambientes misteriosos, jajaja. Pero bueno, de eso también tienen buena selección, así que no nos quejamos lo más mínimo. Ya me veo escuchando shamisen los próximos meses a piñón fijo. Arigatou!

Y para el resto... bébanse un sake quienes tengan cuerpo para ello (a mí no me ha gustado nunca, así que debo debo de estar corruptísima por dentro, según el maestro de Kenshin), los demás un té verde, que sabe bien bueno. De música, obviamente algo de los Yoshida... "Kodo", mismamente, que es bien maja y ya nos hemos puesto las botas de escucharla.

2 commentaires:

Anonyme a dit…

XDDD Ya me alegro.
Sobre la gente hablando en conciertos y demás actos culturales: es que van, como han hecho todos los pijos desde que existen los pijos, a "dejarse ver". Igual que los ves en los museos, en los teatros, en Arco, en el cine, en las galerías de arte y demases haciendo como que prestan atención, alas, no. Van a dejarse ver. A que les miren a ellos, que son (según parece) un espectáculo más interesante que "el otro". Eso ya se llevaba en el XIX... XD Anoche me acosté leyendo sobre eso, precisamente, cuando María Guerrero introdujo la moda de apagar las luces del patio de butacas y a la gente le sentó mal, que así no podían ver más que el escenario.

Por tu bien espiritual y tu salud mental espero que no hayaís ido a "eso" al final. Ya hablamos...

Azelaïs de Poitiers a dit…

Pues sí, lamentablemente no es una de las mejores costumbres que han conservado los pijos desde el XIX, pero así están las cosas. No la pierden ni de casualidad.

Jaja, no fuimos a "eso", pero no por falta de interés. Estuvimos a diez personas de poder entrar, pero nos quedamos en la puerta. De todas formas tenías razón, vista la gente que había, la verdad e que me alegro de no haber entrado al final. Qué miedo. Pero se oía animadillo, nos dio pena, no creas. En fin, otra vez será.