dimanche, juin 05, 2005

Cinco de junio de mildoscientosdiezynueve: Historias del síndrome de Stendhal

Lo primero de todo es que no me gusta Saint-Saëns. ¿Habéis escuchado a Saint-Saëns? Yo os aseguro que sí (hasta el trivial ese de PC de hace mil años ponía algún pedacito del Carnaval de los Animales en las preguntas con música). El que no me guste es un hecho bastante destacable, porque como no me gusta, no me interesa y siempre que veo un disco que tiene algo suyo, lo ignoro. Sana actividad. Como cuando era jovencita y me empeñé y me empeñé en que no me gustaba Chopin y me negaba a escuchar algo suyo... y un buen día dejé la radio grabando (era adicta a eso en mis majos tiempos) y se me grabó algo que consideré una de las cosas más bellas que jamás había tenido la suerte de escuchar. Cuando la locutora dijo "hemos escuchado la Balada num.1 de Chopin" se me cayó el techo (el mundo no, no fue tan grave) encima. Pero una sabe admitir sus errores y dijo: bueno, pues igual sí me gusta, al menos esto sí me gusta. Y oye, me grabé más cosas suyas, compré alguna partitura, le mangué alguna otra a mi padre (no, no tocamos el piano... bueno, mi padre sí y yo cuando está solo y no mira nadie, pero eso es otra historia) y bien, decidí que es uno de mis compositores favoritos.

Pero Saint-Saëns no me gusta.

Por otra parte... ¿recordáis esa horrible sensación de escuchar algo que hacía años que no escuchabais y saber que es algo que algún día os gustó muchísimo pero como no sois capaces de situarlo no podéis disfrutarlo? Sí, hombre, sí... eso de ¿¿¿¿¿¿qué es esto????? ¿¿¿¿¿pero qué es????? yo lo conocía y no lo sitúo!!!!.

Eso me pasa desde hace semanas con la música del anuncio de un coche, me tiene obsesionada... y no era capaz de localizarla.

Tres de la mañana. Buscando fotos para terminar el trabajo de la muerte. Aburrida. He escuchado tres veces la BSO de Conan, un par de veces el último disco de Haggard, algo de Bach, algo de Iron Maiden, Hedningarna... ya no sé qué más escuchar. Y en esto me he acordado de que el año pasado nos mangamos en la editorial donde trabajábamos unos CDs de música clásica variadita que venían con unos libros de niños y jamás los hemos escuchado. Me pongo el de quatre anys (¿qué pasa? sólo los encontramos en catalán, juaz) y como sé que son variaditos lo pongo sin ver los títulos, para ver si me sorprendo. Y tanto que me he sorprendido. De repente la música del anuncio, así, surgiendo tímidamente, bajita (nada que ver con lo de Vivaldi que está sonando ahora a doscientos violines) (¿os he dicho que me encanta Vivaldi?)... y claro, me he abalanzado sobre el disco a ver qué rayos era. Bueno, ahí estaba: num.11, Saint-Saëns, C. El carnaval dels animals. "L'aquàrium". (1,32). Tan ricamente. Y yo esquivando a Saint-Saëns durante años.

Un miserable minuto y medio dura la obrita, suficiente para echarme a llorar por el puro placer de escuchar algo realmente maravilloso. Envidiadme mortales, a las 3 de la mañana, aburrida en mi cuarto, disfrutando de un minuto y medio que no se puede comprar con la visa mastercard (y menos mal... porque sería demasiado caro para mi bolsillo). Y entonces me acuerdo de una conversación que tuvimos el otro día sobre las Crónicas Vampíricas de Anne Rice y la gracia que me hizo cuando Lestat decía encantado que una de las cosas que adoraba del siglo XX es la invención de los aparatos de música y cómo se podían escuchar las variaciones Goldberg directamente en tu cabeza mientras andas en moto (o bici, no me acuerdo). Y sí, le doy toda la razón del mundo. Soy de las que echa mano a la música en cuanto se levanta de la cama (ay, pobre Juanki... dos aparatos de música que se trajo y que no tenga nunca ni uno ni otro porque se los tenemos permanentemente secuestrados), pero a veces tengo la sensación de que es tan sencillo darle al botón y escuchar exactamente lo que se desea oír en ese momento, que no somos capaces de disfrutarlo de verdad. Sí, cantamos mientras nos duchamos y tal... pero no es lo mismo. El Miserere de Allegri se escuchaba una vez al año en San Pedro. Una vez, ni una más. Se suponía que era la música más hermosa creada por el ser humano y sólo se permitía escuchar una vez al año. Imaginaos qué vez. Ahora cualquiera puede escucharla en su casa, comprarse la partitura y quedar con unos colegas para cantarla en versión jebi metal (recomendaría adaptarla, por cierto, porque si no, o uno se codea con amigos muy jovencitos o tendrían que haberse abreviado una de sus nobles partes en su infancia para poder cantar eso, si ustedes me entienden). Por supuesto, nunca será lo mismo que si escuchamos un concierto, pero quizá tampoco somos capaces de disfrutar de un concierto como se disfrutaba cuando no había aparatos de música caseros.

A lo que me refiero es a que si todos los días escuchas música, aunque un día escuches música en directo, la sensación no será tan maravillosa como si escuchas música una vez al mes ¿no? Claro que no pienso excluirme del mundo y escuchar música una vez al mes, para hacer la prueba (lo siento, llevo demasiados años enganchada... creo que moriría instantáneamente, juaz), pero de alguna manerá, quizá estemos amordazando al síndrome de Stendhal. Claro, que igual casi que mejor, porque si escuchando un CD en casa ya me saltan las lagrimitas (lagrimitas, qué graciosa...) como para sacarme en público. Hala, una vez al año, el miserere de Allegri... Sería una vergüenza pasearme así, jajajja.

Esto es una opinión, no una crítica, que conste en acta. Me da pena pensar que a veces no somos capaces de disfrutar de verdad de la música, pero desde luego, poder apretar un botón para escuchar lo que queramos es uno de los mejores inventos del mundo, qué duda cabe.

Recomendación... lógicamente, "El Acuario" del "Carnaval de los Animales" de Saint-Saëns... y si alguien busca una versión más sibarita, aderécese con un buen té de cereza y un esenciero con unas gotitas de madreselva. Y a disfrutar, que no es tan difícil como nos empeñamos en pensar.

5 commentaires:

Lothi a dit…

Hmmm, a mí si me gusta Saint-Saens. Otra cosa es que sea un animalillo inculto en lo que se refiere a música y casi nunca escuche clásica. (Ya hace tiempo que descubrí que soy una hortera, y que a mí lo que me gusta es el AOR, el pop-rock y las ñoñerías. Y que me cuenten historias que me gusten. Soy una hereje, pero muchas veces dejo que la música se subordine a las letras.)
Sobre la música en cd, discrepo.
Es como ver teatro y ver cine. Puedes ver cienmil veces a tu actor favorito en tu peli favorita. Puedes verlo en cine, en la tele, en dvd. Pero nunca sabrás lo que vale hasta que puedas verle en teatro. A lo vivo. Y lo apreciarás más.
Yo con la música tengo menos sensibilidad, insisto. Lo mío es la palabra, ya sea declamada, interpretada o escrita. Incluso cantada...
Por cierto, Lestat lleva moto. Una moto japonesa de 750c.c., creo recordar (o de 1.000, si es posible, porque siempre dice que lleva la más potente, no especifica cilindrada)negra. ¿Kawasaki, Honda o Yamaha? No entiendo tanto de motos...

Anonyme a dit…

Aiya!

Puede que a priori Lothi tenga razón con lo de lo los cd´s, pero en el fondo no puedo evitar estar de acuerdo con Azelaïs. Recuerdo el estado de conmoción, cerca del éxtasis, en mi primer concierto de Iron Maiden. O en el de Kiss. Esos conciertos tenían algo especial, vibrante. Sin embargo, con los años he asistido a muchísimos y la cosa ha perdido su magia. No por los grupos, pobrecillos, que no tienen la culpa -de hecho, últimamente he visto a muchos a los que jamás creí que iba a ver, y vislumbré el hechizo, pero no como entonces lo hacía-. He visto muchos conciertos a lo largo de los años y me he acostumbrado. Sad but true.

"L´aquàrium" es preciosa, pero "L´elefant" de Saint-Saëns es terrible, jajajaj, aunque tengo que decir que mis conocimientos en música clásica son bastante básicos.

Y por cierto, me obsesioné con las variaciones Goldberg gracias a Lestat, jajajaj. Compruebo así que por lo menos mi obsesión con él fue, en cierta manera, productiva. :)

Eleder a dit…

Azelaïs, un razonamiento muy similar al tuyo es el que me llevó a cierta actitud, no sé si bien comprendida por mucha gente, con respecto a cierto Namárië. Así que puedes creer que te entiendo :)

No sé; la verdad es que la vulgarización me fastidia (en otros blogs por ahí hay algunas discusiones sobre este tema aplicado a la liturgia que son realmente interesantes :D). Pero también entiendo que lo suyo, dicho en su pleno sentido *lo suyo*, sería asombrarse y emocionarse siempre por cada cosa. "El asombro ante las cosas cotidianas", que dice Chesterton, y que lo explica después maravillosamente en El Hombre Eterno...

Y una última cosa: te envidio esa experiencia, sí, pero sobre todo por algo: por haber sido capaz de dejar que la realidad te atacara por detrás, sorteando un prejuicio, y haber sido capaz de aceptarla :) Ojalá nos encontráramos muchas más veces en esa misma situación... sabiendo que, por mucho que hayamos oído Saint Saëns y tengamos claro que no nos gusta, lo mismo cualquier día escuchamos el fragmento que lo da sentido. Y por eso sí te envidio :)

Lothi a dit…

Hmmm...Azelaïs, bellísma, ¿de qué época es el señor Saint-Saens, y por qué siempre me ha parecido tan moderno?
Lothi

Eleder a dit…

October 9, 1835 – December 16, 1921, por lo que veo por aquí...