dimanche, août 19, 2012

Dieç i nuebe de agosto de MCCXXVI: "Pan para hoy"

En estos tiempos en los que todo lo relacionado con hacer cosas uno mismo está muy de moda, y que muchos de mis amigos son bastante fans de la cocina, no me cabe la menor duda de que buena parte de los que asomáis por esta humilde morada conocéis de sobra, o al menos habéis pasado alguna vez por los blogs de Ibán Yarza y Dan Lepard; "señores que hacen pan". Si no los habéis fichado hasta la fecha y el tema os interesa, os lo recomiendo más que mucho. Hablan sobre tipos de pan, sobre cómo hacer masa madre, harinas, etc.

Hace un par de meses, fisgoneando el blog de Yarza, me enteré de que tenían intención de montar un proyecto temporal nada menos que en Donosti; se trataba de una panadería donde querían hacer y vender pan artesanal, pero también querían hacer cursos, proyectos, intercambios, traer panaderos de distintos lugares para que dieran charlas... La ubicación elegida era frente a la estación del Norte, en unos contenedores. La idea es muy buena y, por lo que hemos ido viendo estos días, funciona estupendamente. Para más información, tenéis la página (aquí) donde cuentan lo que hacen y van poniendo al día el calendario de charlas y actividades de todo tipo.

Durante el mes pasado hemos estado más liados de la cuenta entre preparar el Drachen, largarnos para allá, volver, arreglar el tinglado que teníamos montado en casa... etc. así que, aunque había ganas de bajar a cotillear, hasta la fecha no habíamos tenido opción. El otro día bajamos por fin a echar un vistazo y comprar pan. Compramos un pan hecho con masa madre y harina y no podéis imaginar lo condenadamente bueno que estaba, así que nos picamos y ayer nos apuntamos los dos a uno de los cursos a cargo de Dan Lepard.

El pan que compramos el primer día, culpable de que al final fuéramos al curso. Hay que reconocer que tiene mejor pinta que los que amasamos nosotros, pero los nuestros tienen su encanto, jajaja (y están riquísimos). En cualquier caso, me temo que nos vamos a pasar unas cuantas veces más por "The Loaf" para probar más material.

Me daba un poco de yuyu la idea de apuntarme al curso de Lepard porque los da en inglés y mi inglés es un poco lamentable pero los cursos de Yarza ya no tenían plazas y, como Yazston también se animó a apuntarse y el tipo que nos vendió pan el día que fuimos me aseguró que a Dan Lepard se le entiende estupendamente, allí nos plantamos el viernes, a aprender a hacer pan con uno de los grandes.

Si la idea os suena bien, os recomiendo que os apuntéis, aprovechando que vuelve a impartir el mismo curso el día 31. Lo cierto es que a Lepard se le entiende estupendamente (o eso creo... luego probaré a poner en práctica lo aprendido en casa y fijo que la lío parda... aunque lo bueno es que Yazston se apaña en inglés bastante mejor que yo y espero que tenga las cosas más claras, jajaja), el tipo es un encanto de persona y el curso está realmente bien. Nada más llegar amasamos cada uno un par de panes con una masa que ya tenía preparada. Empezamos por el final, pero con la idea de poder llevarnos nuestros panes a casa. Una vez dejamos nuestros panes reposando antes de entrar en el horno, Dan nos estuvo explicando cómo hacer masa madre y cómo conservarla. Nos enseñó la masa madre de la que habían salido nuestros futuros panes para que apreciáramos la pinta que tiene que tener cuando está hecha (maldita sea, cuando hice yo masa madre al principio del verano, la tiré pensando que estaba mal, cuando la pobrecita tenía una pinta bastante parecida, ejem... creo que maté a mi chiquitina, habrá que volver a intentarlo), nos aconsejó sobre tipos de harina, etc. Después puso nuestros panes a hornear, nos explicó cómo hacerlo y, al ratillo, ahí estaban calentitos nuestros panes recién hechos. Cada uno nos llevamos un par de panes y un poquito de masa madre en un tupper (sí, nosotros nos hicimos con cuatro panes y dos tuppers de masa madre, pero es que somos muy mala gente) y hala, todos para casa. Como os podéis imaginar, tanto ayer como esta mañana nos hemos dado un desayuno de marqueses con los panes del viernes... Ayer ni siquiera comimos a mediodía y hoy tenemos la misma pinta.


Nuestros panes, recién sacados del horno ¡Los nuestros son los del fondo!

 Supongo que muchos habréis probado buenos panes pero cada vez es algo más complicado y más aún en ciudad, donde las mafias de las cadenas de panaderías y el pan barato de supermercado se están cargando el negocio y mantener una panadería tradicional no es precisamente sencillo. Aparte, cada vez vemos más panaderías gourmets en las que, salvo gloriosas excepciones, el pan no es lo que promete. En muchos de estos sitios aseguran hacer pan con masa madre, pero luego resulta que no es cierto. Abusan de nuestro desconocimiento para vendernos algo que ya no recordamos cómo tiene que saber, y por eso les creemos cuando lo ponen y estamos dispuestos a pagar algo más por esos panes. A veces, además, le ponen pasas, nueces, mantequilla o queso y puede saber muy rico de primeras, pero habitualmente todas esas cosas sirven para ocultar un pan mediocre al que nos tienen acostumbrados. A menudo nos lo sirven calentito, "recién hecho" (de recién nada, lo tienen congelado y lo hornean a las horas en las que viene más gente), con la corteza crujiente y la miga consistente, pero a las horas, incluso ese pan gourmet por el que nos cobran una cantidad bastante seria, está como la goma. El buen pan está rico recién hecho, pero está más rico a las horas, incluso se dice que al día siguiente.


Dan Lepard haciéndonos entrega  de nuestros propios panes y de un poquito de su masa madre para que podamos hacer más en casa. Seguiremos informando...

El pan de verdad tiene un aroma increíble, mucho sabor y un punto de acidez. Tiene un fuerte sabor a cereal y a fermento, un sabor al que no estamos acostumbrados, por no hablar de que cada pan es distinto... puede salir mejor o peor, puede estar más ácido o más sabroso, pero es imposible hacer que el pan tenga todos los días el mismo sabor y textura. Creo recordar que fue en el blog de Yarza donde leí que algunas personas que se apuntan a sus cursos de pan se sienten decepcionadas al probar el pan "de verdad", les resulta demasiado fuerte y no les gusta, al igual que suele pasar cuando uno prueba leche "de verdad", o cuajada "de verdad" y lo de más allá. Estamos demasiado acostumbrados a tomar alimentos insípidos. Sin embargo, el pan de verdad tiene un sabor impresionante. Está tan condenadamente rico que se lo puede comer uno sin nada más.

Yazston enseñando orgulloso uno de sus panes  

Sin embargo el pan de verdad es más incómodo de elaborar, hacer una masa madre cuesta unos días y no siempre sale bien, sobre todo si uno quiere que su masa madre sólo tenga harina y agua (aunque una vez hecha, con guardar un poquito de cada pan basta para hacer el del día siguiente, no es necesario repetir el proceso). El pan tiene sus tiempos: hay que amasarlo, dejar reposar, volver a amasar, dejar fermentar... pasan tiempos largos en los que uno tiene que andar pendiente del pan y eso es mucho más trabajo de lo que supone para una panadería hacer un pan precocinado. Hay ratos en los que el pan sencillamente tiene que reposar y entonces ¿qué hace el panadero? ¿se va a su casa? ¿descansa? En los tiempos en los que estamos acostumbrados a vivir no está bien visto que uno tenga que dejar su trabajo reposar para volver a hacerle caso más tarde. Al menos eso piensan en las cadenas de panaderías. Los supermercados sencillamente reciben su caja de pan precocinado, condenadamente barato para ellos, hecho con harinas de mala calidad y, según cuenta cierta leyenda popular (supongo que no será cierta, pero a saber...), con cierto producto que potencia la obsolescencia que ya tiene de por sí un pan mal hecho, que no ha respetado sus tiempos y que para colmo, se ha congelado cuando tenía que estar tranquilamente fermentando. Ese pan que se hace con máquinas, con levadura de mediocre calidad y deprisa y mal, sale muy barato. No tiene al señor panadero sentado, perdiendo el tiempo mientras su pan leuda, sino que tiene a un montón de tipos mal pagados que echan la mezcla en la máquina y controlan que todo vaya bien. Y se hace en gran cantidad.

Ricos panes que se ofertan en "The Loaf". Hay amplia variedad de pan, pastas y productos varios todos ellos de fabricación artesanal. Si lo de los cursos y las charlas no os llama, sí os recomiendo al menos pasar a comprar alguna cosilla por ahí, porque merece la pena (además, suelen tener bandejas con cosillas para probar, para valorar el producto antes de comprar... aviso que nadie sale de ahí sin su bolsa de compras)

Y este, señores, es el tiempo que nos ha tocado vivir. Sucede con el pan, con la comida y con la vida en general. Cada vez se respeta menos el trabajo del artesano, del que invierte su tiempo en hacer que las cosas salgan bien porque, no se engañen, las cosas buenas tienen su tiempo y ese tiempo se debe respetar. Se debe respetar el tiempo para hacer una buena sopa, un buen cocido (yo me sigo negando a comprar una olla exprés... si no tengo tiempo para hacer unas patatas cocidas con chorizo, me frío un filete o me hago una ensalada rápida, pero no hago cocidos en una olla, que se hace rápido, pero el caldo no sabe a lo que tiene que saber y está líquido, hoygan), se debe respetar el tiempo para escribir un condenado artículo en un periódico, aunque se desee que salga rápido, hay que respetar el tiempo para ponerse moreno (quien quiera hacer semejante cosa, que lo haga bien), para hacer una dieta equilibrada, para hacer ejercicio, hay que respetar el tiempo para conocer a una persona, para conservar a un amigo o a una pareja. Pero estamos acostumbrados a hacer todo aquí y ahora, a no invertir tiempos en cocinar ni en ponernos morenos, pero el cocido hecho en la olla no sabe igual que el que está una hora hirviendo a fuego lento, una dieta express es de todo menos sana y no tenemos ni idea de quién es buena parte de la gente que tenemos en el feisbuc, aunque comentemos sus fotos y nos hagan gracia sus actualizaciones de estado.

Y con esto me despido, que huele a pan calentito en la cocina y eso es que el desayuno está en curso. Y voy a dedicarle a mi desayuno el tiempo que se merece, hoygan.

Recomendando... comer buen pan y beber una buena cerveza natural como la almogàver que nos tomamos antes de curso. Y de música... el verano de Vivaldi bien tocado, en una versión de Trevor Pinnock o de alguien con sentido musical. Ayer nos lo destriparon en los fuegos de despedida de Semana Grande y todavía me estoy acordando de los ancestros de los que le hicieron eso a Vivaldi.

jeudi, août 02, 2012

Dos de agosto de MCCXVI: "DrachenFest 2012"

Después de muchos preparativos, echarle muchas ganas y envidiar mucho a toda esta panda de desarrapados que fueron el año pasado, por fin hemos ido (y hemos vuelto, sigh) de Alemania, de ese pedazo de evento que supone la DrachenFest. El año pasado fueron como Tercios españoles, con Elro como capitán. Este año (y los sucesivos) la intención era repetir la misma estética y plan de juego. La idea mola, pero a la vez es una forma de dar rendimiento a la inversión de tiempo y dinero que cada cual ha hecho en sus vestimentas y pertrechos.

Buena parte de la Primera Escuadra del Tercio, a órdenes del Cabo Llamazares. A la izquierda, el portaestandarte, el alférez Ancizu.

Tenemos la suerte de que el año pasado gustó mucho el juego que los españoles dieron en el Campamento Azul, campamento que tradicionalmente había sido poco o nada combatiente y que se consideraba uno de los campamentos facilones para atacar. Se quería dar un cambio a esta idea y esta panda apareció en un momento en que se buscaba gente organizada y que jugara limpiamente para las batallas. Dieron buen juego y no os podéis imaginar cómo lo valoraron los alemanes, que cuando se enteran de que uno es "de los Tercios del campamento azul" es casi recibido como héroe de guerra, por no hablar de que los Tercios ya cuentan con una escuadra de alemanes ¡y una milicia!, un grupete de chavalillos que decidieron participar como levas junto a los Tercios. Unos campeones, no os podéis imaginar.

Este año me alegra decir que hemos podido mantener la buena fama del pasado haciendo lo mismo: jugar limpiamente, respetar las normas y combatir de una manera organizada. A esto se añade el buen juego que hizo el campamento Azul (pese a que una de las primeras decisiones no nos hizo ninguna gracia y decidimos pasárnosla por el forro, nosotros y unos cuantos más... y resultó salirnos muy bien la jugada). Tuvimos suerte y buen juego en los combates, se hicieron pactos que nos dieron muy buen resultado (los tradicionales pactos con el Gris y con el Verde, pero también los Enanos y los Lansquenetes colaboraron con nosotros) y se tuvo éxito en los rituales mágicos y en varias cosas más de las que no nos enteramos gracias a nuestro nivel de alemán y a que pasan tantas cosas y hay tanta gente en los campamentos que es difícil enterarse de todo lo que sucede. Al final y, contra todo pronóstico, gracias a la suma de todas estas cosas, ganó el Campamento Azul. No íbamos al Drachen con intención de ganar ni nada parecido, pero sigue siendo un subidón haber contribuido a la primera victoria del campamento Azul. Y vaya si fue festejado...

Eneko y yo pertrechados como los hermanos Petrikorena, una panda de cazurros norteños y carlistas (al parecer veníamos de futuro, éramos Tercios de ciencia-ficción). Ains... perdí mi txapela blanca. Diré que la txapela me queda como cien patadas, pero tenía su coña que la escuadra vasca lleváramos txapela en lugar de sombrero.


 
Instrucción en el propio campamento. Aprendiendo a usar la pica como está mandado. Diré que la pica es un arma espectacular para alguien que, como yo, no tenga por costumbre coger personajes combatientes y encima sea tirando a torpe. Es fácil de manejar, da una buena distancia con respecto al enemigo y proporciona mucha jugabilidad. Lo dicho, aún no habiendo cogido una en mi vida, le saqué mucho partido y creo que di mucho más de lo que recibí, cosa que me sorprendió enormemente porque yo ya me veía pasándome el vivo en manos de los curanderos (que mi rato pasé, todo sea dicho, pero bastante menos del esperado).

De caminito a la ceremonia de clausura tras la victoria del campamento Azul. Limpitos, arreglados y bien vestidicos. Cansados por la batalla, pero con ganas de farrote. 
  
Quien no haya pisado un vivo en país extranjero no se hace a la idea de qué es el Drachen, de verdad. A nosotros nos parece una barbaridad que en un rol en vivo se junten 300 personas, no os podéis imaginar lo que suponen las 6000 aproximadas que andan por el Drachen (los rumores dicen que el año pasado fueron más de 6000 y este año menos, ni idea, no he visto datos oficiales por ningún lado y es imposible hacer cuentas). No os podéis imaginar lo que supone en cuanto a ambientación, porque al ser tanta gente y ser gestionado el evento por una empresa, el DrachenFest mueve mucho capital y eso se refleja en cientos de cosas: la ambientación de las murallas, el atrezzo, la existencia de puestos de comida, tabernas, etc... la ciudad estaba compuesta por un montón de tiendas impresionantemente ambientadas, con toda suerte de cosas, desde hidromiel a armas para rol en vivo, pasando por ropa, pieles e incluso pasamanerías, botones y demás para confeccionar ropa. Para flipar. Todo esto proporciona unas escenas imposibles de ver en ningún vivo que conozcamos: participar en una batalla con tantísima gente es impresionante

Herrería en el pueblo. Ríete de cualquier feria medieval en la que hayamos estado. La ambientación se cuida al detalle, tanto por parte de la organización como por buena parte de los jugadores que llevan pabellones. 
Tienda de hidromiel. El dependiente era un señor muy amable y muy empeñado en dar a probar todas sus variedades. Después de una pequeña cata, me hice con un hidromiel de cerezas que está de muerte. El año que viene creo que pillaré varias botellas más, jajaja.

Por otra parte, teníamos la idea de que el DrachenFest era básicamente una batalla, que los alemanes eran "muy burros" jugando, muy dados a hacer cargas y demás y que no tenían por costumbre interpretar mucho. El año pasado ya quedó claro que no podíamos estar más equivocados. Aunque nosotros vayamos de combatientes (en gran medida porque la barrera idiomática no facilita tirar por otros derroteros), hay toda suerte de tramas que no implican en absoluto participar en combates. Muchísimos de los participantes en el Drachen no son combatientes. Hay tramas para magos y además, se cuelgan quest de todo tipo en las tabernas y hay gente que simplemente va de camping... se monta un personaje, se pertrecha y se dedica a ver lo que hacen los otros, hacer guardia, pasarse por la taberna y darse una vuelta por las tiendas. De verdad que, incluso para eso, merece mucho la pena pasarse por ahí.

Gente que mola. De verdad que no os imagináis lo bien que se maquea el personal. Los orcos son lo más llamativo, pero podríamos tirarnos horas hablando de faunos, de topos artilleros, de gólems o de los lupinos que curaban heridas lamiéndolas. Impresionante.

Respecto a la interpretación... nada que ver con la idea inicial, todo lo contrario. Allí el personal se toma las cosas muchísimo más en serio que nosotros, quizá también porque, al haber tanta gente y tantas opciones de juego, cada cual se toma en serio su campo. Así, los rituales que hacen los magos están a años luz de los que nosotros hacemos por estos lares, los gremios de oficios enseñan especialidades a cada uno de sus miembros, pero lo que sí que resulta fascinante es ver cómo se lo toman en serio los curanderos, todo el paripé que organizan y lo bien que lo hacen. Y coñe, si el señor que te cura se limita a romper un papelito y decir "hala, ya estás curado" como pasa por aquí, pues te levantas y te vas. En el Drachen, la gente te lleva en volandas a la enfermería de campaña, los curanderos inspeccionan la supuesta herida, retiran la ropa que la cubre (polainas y botas incluidas si es en la pierna, por poner un ejemplo... o partes de corazas si es en otras zonas), limpian la herida, sacan "supuestas esquiras o puntas de lanza" con pinzas, "cosen" la herida (a veces haciendo una falsa herida con látex, otras veces simplemente haciendo el paripé y la cauterizan. Impresionante. Resultado: mientras el curandero hace su trabajo, el herido grita como si le fuera la vida en ello, le llama "hijo de puta", se acuerda de sus muertos y lo de más allá. Y una vez más vemos cómo, el hecho de que la gente que nos rodea se tome en serio sus personajes,  ayuda a que todos interpretemos mejor y disfrutemos más del juego.

El mago-jefe del campamento Azul, Pei Pei. También clasificable como "gente que mola mucho".

He hablado un par de veces acerca de la barrera idiomática pero he de decir que esa barrera no es tan grande en el sentido de que los alemanes están más que dispuestos a traducir todo al inglés en cuanto ven que no entendemos, pero es lo que hay... la mayoría de nosotros no hablamos un inglés muy elaborado y mucho me temo que la mayoría de los alemanes tampoco lo hacen, así que cada cual acaba hablando con quien mejor se puede entender y eso, a fin de cuentas, nos limita. Un par de las chicas que vinieron, Isa y María, se apañaban bastante bien en alemán y nos hicieron muy bien de intérpretes, así como alguno de los alemanes que estaban permanentemente con nosotros, sobre todo Jürgen (Jorge el Rubio), nos tradujeron toda clase de cosas con mucha paciencia, pero es lo que hay, no se tiene la misma libertad que tenemos en un vivo en castellano.

Ambientazo en la taberna: músicos profesionales, buena bebida y farrote continuo. Si me dicen que esta misma gente frecuentaba el Pony Pisador, me lo creo.

Agotados en la taberna. La iluminación era toda natural tanto en la taberna como en la ciudad, donde incluso fue avistado un farolero por la mañana...

Podría contar más y más cosas pero, como le ha pasado a la mayoría de la gente que hemos estado ahí, no tenemos nada claro qué fue cuándo y cómo, jajaja. Todos prescindimos de relojes y demás y nadie tenía nada claro qué hora era ni qué día. El nivel de desconexión del mundo exterior fue bastante serio. Sí que tengo que agradecer a todo el grupete que vinimos desde España el buen rollo en el campamento. Desde el Leinad que trajo jamón hasta el Ancizu bailando "esta no es mi vieja yegua gris" en la taberna. Somos gente que, en general, nos conocemos de hace muchos años, que hemos podido tener roces o diferentes posiciones en algún momento y que hemos ido con la intención principal de pasarlo bien y que el resto también lo pasen bien con nosotros. Gracias a los que nos animaron a ir el año pasado (a Elro y a Yazston, sobre todo, por lo que a mí respecta...), pero también a los que hemos hecho grupo este año. Los Tercios del Drachen 2012 hemos sido un gran grupete.

Grupete de los Tercios al completo, después de la batalla final. Triunfantes pero hechos unos trapos.

Podría hablar de muchas otras cuestiones, como reglamento, caracterización del personal o inmersión en el juego. Me gustaría, de hecho, hablar de todas estas cosas, pero la verdad es que no sé ni por dónde empezar, así que quizá vaya contando cositas poco a poco. De momento creo que las fotos se acercan bastante a transmitir lo que hemos vivido estos días, aunque lo cierto es que recomiendo a todo el mundo que se acerque a vivirlo en persona. Creo que al menos una vez en la vida puede ser una gran experiencia para cualquiera, independientemente de si ha jugado antes a rol o de su nivel de frikismo.

 Beban hidromiel, compañeros, miren qué cara de felicidad se queda. Ah, y cósanse las cosas antes de ir ahí, ajustar tirantes a bola es muy complicado y ocultar los imperdibles más aún.


Recomiendo una buena jarra de hidromiel (met) semidulce, de ese que ponían en la taberna del campamento Azul (que teóricamente no era del campamento pero, considerando que el Avatar estaba felizmente ahí instalado...) y de música lo que más cantamos en los días que estuvimos ahí, incluso inventándonos la letra, que fue "Aussatz" de Cultus Ferox, pero escúchenla cantada por Rochus der Barde, el bardo del Azul, un grande (la tipa que hace los coros sobra mil veces, pero no he encontrado una versión mejor)