Dice mi madre que hablo demasiado alegremente de política, que no debería poner mis opiniones por ahí, a disposición popular por internet. Es lo que hay, ella es de una época en la que hablar de política y más aún, contra el Gobierno, podía traerle a uno muchos problemas. A día de hoy uno todavía puede poner a caldo al Gobierno en privado, en público tiene que tener muchos amigos para poder permitirse decir lo que piensa. Sin embargo, cualquier día de estos, nuestros comentarios en internet nos pueden terminar por pasar factura. A fin de cuentas todo queda registrado y no sabemos cuánto va a durar esa "libertad" en la "vida privada". Pero bueno, sobre la privacidad de internet ya hablaré en otro momento.
El caso es que a mí no me gusta hablar de política, de verdad. Me pone de muy mala leche discutir con alguien que tenga opinión diferente a la mía y me pone también de muy mala leche hablar con alguien cuya opinión sea idéntica, básicamente porque está la cosa tan mal que hay que tener los nervios muy templados para no querer ahogar a alguien (con nombre y apellidos) para ir relajando tensiones.
Hasta fecha relativamente reciente, yo no hablaba habitualmente de política, ni en público ni en privado y he de decir que, hasta fecha relativamente reciente, tampoco era frecuente que la gente lo hiciera. Que la gente no hable de política no quiere decir que no piense de política. La política, a fin de cuentas, nos incumbe a todos, nos guste o no. Incluso a esos felices que dicen "no, yo de política es que no entiendo nada, no me gusta". Ya, no te gustará, no sabrás quién es el ministro de exteriores o qué hace el Senado (espera ¿esto lo sabe alguien?), pero seguramente te interesará por qué no se firma el convenio de tu empresa, qué impuestos tienes que pagar o qué te cubre la Seguridad Social.
En cualquier caso, no se hablaba tan habitualmente como se hace hoy en día y motivos no nos faltan.
Como la mayoría de la gente que usa internet, una es muy dada a utilizar el feisbúc. De vez en cuando me autopropongo un alejamiento pero ¿qué quieren que les diga? antes lo usaba porque me aburría en el trabajo y ahora que paso tantas horas en casita, por socializar un poco, tan malo no será. El caso es que al principio, cuando lo empecé a usar, se veían comentarios sobre política, pero se veían de cuando en cuando. A estas alturas, lo más habitual es que uno de cada tres (si no más) de los comentarios que una se encuentra en su feisbúc se refieren a política. Hoy había centenares de post (vídeos, comentarios indignados o incluso chistes varios) sobre la anormal ésa de la Fabra, la que nos faltaba, el vivo ejemplo de la clase política que nos dirige. Y es que el verdadero drama al que nos enfrentamos no es el de ser gobernados por malnacidos, que también, sino el de estar siendo gobernados por ignorantes, por incultos y por mediocres. La ministra de trabajo no ha trabajado en su vida, el de economía estuvo de por medio en la crisis de Lehman Brothers y el de cultura era un follonero televisivo. ¿Qué podemos esperar de esta gente? Hijos de papá, gente negada que ha crecido entre algodones y en su puñetera vida ha tenido que hacer una entrevista de trabajo, coger un autobús urbano o plantearse si se puede permitir estudiar un curso o sacarse un carnet. Este país está a reventar de gente muy preparada, que se ha dejado los cuernos por estudiar una carrera o un FP, que ha hecho prácticas, que tiene experiencia acumulada durante años y ahora está en el paro, mientras el Gobierno está plagado de mediocres con buenos amigos. Así nos va.
Manifestaciones, escritos, protestas varias, comentarios que saturan las redes sociales no sirven para nada. Tenemos un Gobierno que se ampara en una mayoría absoluta para hacer lo que les da la gana, pasándose por donde les parece todas las promesas electorales. Y mira que estamos acostumbrados a que nos mientan, pero chico, creo que no había visto semejante cambio tan rápido de lo dicho a lo hecho en mi santa vida. Y lo que nos queda por delante. Vivimos gobernados por una panda de ignorantes y malnacidos, la oposición no hace nada que merezca la pena porque a fin de cuentas, también se están beneficiando del sistema y poco mejor podemos decir del resto de los políticos que se supone que nos representan. No hablemos ya de los sindicatos, esa gente que vive cómodamente en sus despachos y que, aparte de ir vestidos "como si fueran obreros o algo" y llenarse la boca de palabras bonitas, no parece que tengan ganas de hacer algo de verdad y de hacerlo, no en el momento adecuado.
El caso es que, de no hablar de política, ahora quien más y quien menos, no calla. Las redes sociales están a reventar, en las cenas con los colegas sale el tema sí o sí y, maldita sea, hasta las señoras que te encuentras en el autobús o en haciendo la compra están escandalizadas de las medidas que se aplican. Antes no se hablaba de política y ahora se habla y cada vez más, y cada vez es menos raro que la gente hable de "al final habrá que hacer algo" o de "cómo estamos consintiendo esto" y se habla de quemar cosas, y de liarla parda, y de "si hacen oídos sordos a las protestas, tendremos que hacer algo para que les quede claro". Hasta se habla de guillotinas y francotiradores. Y lo más seguro es que al final no se haga nada y sigamos subsistiendo como podamos, con nuestros sueldos mermados, nuestro IVA subido y nuestros derechos sociales exterminados. Eso sí, como se haga algo... va a ser gordo. Y no nos apetece a nadie, de verdad... pero ¿que nos queda?
Pues nah, una tiene mucho que coser que nos queda poco más de una semanilla para el Drachen, así que les dejo con un buen té verde tropical con piña y esas cosas que refrescan, que incluso aquí arriba tenemos más calor del que nos tienen acostumbrados. Para escuchar, les recomiendo a Rockell Blake cantando "Tranquile Sommeil" del Persée de Lully. Buena música para tiempos complicados.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire