mardi, juillet 10, 2012

Dieç de iulio de MCCXXVI: "De los sanfermines y el respeto al prójimo"

Voz destrozada, pies hechos polvo, cansancio generalizado. Es el parte que registra una servidora después de mi breve paso por los Sanfermines 2012. Un año más me he podido asomar por ahí pero no he podido alargar la fiesta tanto como me hubiera gustado. Este año no me puedo quejar de distancia, ni de incompatiblidad laboral, y reconozco que me había planteado bastante quedarme un par de días más. Sin embargo, con el Drachenfest encima y mucho curro por delante, después de una honda reflexión, no me ha quedado otra que asumir que era mejor volver a Donosti para seguir cosiendo. Además, todo sea dicho, hay que tener buen bolsillo para aguantar la fiesta todos los Sanfermines y me gustaría reservar algo para el Drachen y para alguna escapadilla en agosto. También es cierto que cuando se va para todos los días, se suele llevar otro plan... se come más en casa de los padres o en las de colegas, se compran bocatas y bebida en sitios civilizados... esa clase de cosas. Y es que se le queda a uno buena cara de póker cuando va a pagar dos katxis de cerveza y una cocacola y le dicen que "veinte cincuenta".

En cualquier caso un año más no me he querido dejar de disfrutar un par de días por ahí. Es un asco ir en fin de semana porque todo está mucho más saturado pero, por otra parte, supone una gozada aprovechar para ver a la gentuza que anda viviendo fuera y a la que es difícil dver durante el año. Son los días de "los exiliados", como dijo aquél. Además, este año ha tocado que el día seis y el siete han sido viernes y sábado, y son los mejores días. El mismo jueves a mediodía llegué a Pamplona y nos volvimos el domingo después de comer, tras un par de días de mucha tralla.

Y es que, como suele suceder, ha habido de todo.

Lo bueno ha sido lo de siempre: por encima de todo, disfrutar de la fiesta con las personas importantes. Siempre queda en el tintero quedar con éste o con éste otro, o se echa de menos a aquél que no ha podido venir, pero este año, en concreto, he tenido la suerte de disfrutar de la compañía de mucha gente que llevaba tiempo sin ver, así como compartir la fiesta con los que sí tengo la suerte de ver habitualmente (a alguno todos los días, jajaja). Muchos nos hemos juntado y nos lo hemos pasado realmente bien: de pintxos, de farra o de desayuno, cualquier opción ha sido buena.

Ha sido tremendo, además, como decía, poder participar en los actos de los días seis y siete, que siempre son los mejores. Desde el almuerzo sanferminero hasta la procesión del día siete, pasando por el txupinazo, las dantzas de la plaza de los Fueros o la farra a la salida de las peñas. A todo trapo aprovechando todo lo que se celebra de día (aunque también hubo farrote nocturno, claro), que es lo que más mola.

Sin embargo y, como digo, desafortunadamente no todo ha sido bueno, aunque dentro de lo que cabe, nos lo hemos tomado con humor y no hemos permitido que nos fastidie la fiesta. El día seis se pretendió, una vez más, recuperar una parte de la fiesta que por desgracia lleva muchos años sin poder llevarse a cabo como debe, que es el Riau Riau. Para los profanos, el Riau Riau viene a ser simplemente el acto de acompañar a la corporación desde el ayuntamiento hasta la iglesia de San Lorenzo, donde van a escuchar la misa de la víspera de San Fermín. Esta tontería tan tremenda pasó, de ser el acto solemne que debió de ser en su día, a la fiesta del milenio, puesto que se les acompaña cantando y bailando, en plena farra total, mientras desfila la banda de música de la Pamplonesa, la comparsa de Gigantes y lo de más allá. Una fiesta bonita en la que van desde el abuelo con el nieto hasta el que lleva empinando el codo desde el almuerzo de por la mañana (a menudo incluso iban juntos los unos con los otros), independientemente de edades, intereses o ideas políticas. Pero hete aquí que por lo visto eso molesta a mucha gente y hace ya varios años que se empezó a suspender por culpa de cuatro imbéciles que impedían la salida de la corporación del ayuntamiento, reventando todo el acto. Dadas las circunstancias, en un momento dado, directamente pasó a ser eliminado del programa. Triste, cuando posiblemente debió de ser uno de los actos más bonitos de las fiestas, pero así de incivilizado es el ser humano.

En los últimos tiempos ha habido varios intentos de recuperación del Riau Riau, primero a cargo de grupos de jubilados y después, además, con la participación de la banda de música en un acto que, se seguía llevando a cabo fuera de programa, por iniciativa popular y sin la participación de la corporación (que iban a la misa en coches y por otro camino). Pues bien, el actual alcalde de Pamplona, el "señor" Maya, dijo ya hace un tiempo que su intención era recuperar el acto. Tristemente, del dicho al hecho...

El seis de julio a las cinco y media de la tarde estaba congregada ahí una cantidad de gente similar a la del txupinazo, con la diferencia de que había un ambiente mucho menos "movidito", hasta el punto de que la gente se animó a ir con abueletes, críos y de todo. La gente estaba cantando como si no hubiera un mañana, había un ambiente impresionante. Cuando salió la banda de la Pamplonesa, la gente cantaba tan fuerte que ni se les oía, así que la banda intentaba seguir la canción cuando la gente la cantaba a su bola. Impresionante, de verdad. Aplausos a la Pamplonesa, muchísimos aplausos a los Gigantes cuando aparecieron... parecía que, a lo mejor, incluso podríamos disfrutar de un acto que hacía mucho que no existía. Pues no, señores, en un momento dado, una panda de imbéciles (porque no se les puede llamar de otra manera), que eran cuatro o cinco, porque no eran más, decidieron arremeter contra el cordón policial que rodeaba a la banda y liarla parda, tirando cosas, a puñetazos y lo de más allá. Y así es como bastan diez minutos para que se vaya todo a tomar vientos. La banda se metió adentro y veinte minutos después, se anunció por megafonía la suspensión del Riau Riau debido a los altercados.

Y ¿qué quieren que les diga? mi cabreo es, sobre todo, para los anormales que decidieron cargarse la fiesta porque les daba la gana, pero no dejaría fuera de castigo al Ayuntamiento de Pamplona. Una vez que la gentuza fue dispersada no hicieron mayor ademán de salir ni por ver qué pasaba. En tiempos se suspendió varias veces, sí, pero al menos intentaban salir tres o cuatro antes de confirmar que no se podría. Y yo creo que el otro día podía haber salido adelante. Por otra parte, han sido muchas las cartas en los periódicos de gente que no entiende cómo se pueden dispersar broncas mucho más gordas en partidos de fútbol y demases y en cambio cuatro imbéciles se pueden cargar una celebración acordonada por policías. Si queremos pensar bien, podemos hablar de falta de previsión. De fíjate, es que no se les había ocurrido que se podía armar bronca. Claro, se montaba con Chourraut, pero con el señor Maya no se iba a montar. Cabe esperar que, a día de hoy, en plena crisis (no en tiempos de bonanza como antaño), con la gente muy descontenta por la pésima gestión del Ayuntamiento de Pamplona, con UPN gobernando en minoría, resulta que a nadie se le iba a pasar por la cabeza liarla. No justifico a los que la liaron, Dios me libre, pero si los señores de protocolo y el señor Maya tienen dos dedos de frente, se les podía haber ocurrido desarrollar una estrategia que impidiera que se reventara la fiesta. Tristemente, esto nos lleva a pensar (pensando mal, sí) que en cierto modo no les parecía tan mal que se interrumpiera el Riau Riau, para poner de manifiesto que en Pamplona sigue habiendo mucho subnormal suelto y erigirse en salvadores del Reyno y todo eso. Por la noche ya se comentaba eso de "a saber si hay más de un policía infiltrado entre los que reventaron el Riau Riau. Yo he de decir que tristemente conozco de tercer oído a uno de los imbéciles que la liaron y no era precisamente policía, sino que ya arrastra varios juicios por kale borroka, además de ser un anormal reconocido en Pamplona. Pero nada de esto quita que poco empeño puso el Ayuntamiento en prevenir altercados y en intentar continuar con la celebración.

Sin embargo, y por encima de todas las cosas, mi cabreo va por esos subnormales que tardaron unos minutos en mandar a tomar vientos una celebración en la que estábamos participando todos, como antaño, independientemente de ideas políticas, edades o posición social, maldita sea. Dejando de un lado odios y tonterías por el mero hecho de pasarlo bien. Que es un día, malditos sean, un miserable día. Que tienen todo el año para manifestarse, dar alaridos o tirar tres tartas a la Porcina, como hicieron aquéllos que fueron tan aplaudidos (y que ahora parece ser que igual van a la cárcel por tan tremendísimo delito). Que una cosa es que aprovechen para gritar mierda contra el ayuntamiento aprovechando las circunstancias, pero de hacer gritos jocosos a entrar en acciones violentas hay un trecho.

Lo que más me revienta de esta gente es que monten ahí su discurso de libertad. De libertad para los presos, para los navarros, para los oprimidos y todas esas mierdas. Anormal, si no sabes respetar la voluntad de tus conciudadanos, si no sabes respetar que a lo mejor hay gente en el mundo que quiere disfrutar de la fiesta de la que, paradójicamente, es la tierra que tanto dices defender, si tienes que imponer tu opinión a costa de todos los demás (de tus amigos, de tu familia, que quizá estaban ahí metidos, con críos y de todo), plantéate cuál es tu concepto de libertad y no nos toques las narices con toda tu mierda.

Añadiré que no he vuelto a ver las fotos y no me fijé en el momento, pero me dijeron que uno de esos cretinos llevaba un blusón de la peña Alegría. Es MUY gore que ostentes el blusón de una de las peñas de esta ciudad a la hora de reventarnos la fiesta. Oí decir el sábado "ójala lo cojan entre todos los de la peña y le den una somanta de hostias". Y chico, no lo harán porque, a diferencia de ese sujeto, afortunadamente, la mayoría de la gente tiene mucho civismo, pero el muy cerdo casi lo pide a gritos.

Lo dicho... aunque el nivel de cabreo a eso de las seis era supremo, afortunadamente, no le dimos muchas vueltas y hoygan, disfrutamos como enanos el resto del tiempo que estuvimos por esas tierras.

En fin... recomendando una buena cerveza (no paguen 10 euros por ella, hagan el favor) y el vals de Astráin, a ver si hay suerte y algún año llegamos a bailarlo durante cuatro o cinco horas a lo largo de todo el recorrido del Riau Riau, como se hacía antes que, por lo visto, la gente era más civilizada o algo.

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