mardi, juin 12, 2012

Doçe de junnio de MCCXXVI: "Modo Zen"

Hace casi un mes que no asomo por aquí y, ya de paso, hace casi un mes que las cosas han cambiado bastante para una servidora. Ya había comentado más de una vez que estaba muy cansada de mi trabajo, que estaba muy, muy saturada. Que sí, que me vino muy bien cuando llegué aquí y encontré trabajo en dos días, pero a estas alturas estaba hasta las orejas de aguantar la misma porquería a diario. He tenido rachas mejores y rachas peores, claro está. A veces una está tan metida en su rutina y en su día a día que no es consciente de lo asqueada que puede llegar a estar, otras temporadas, en cambio, tenía ganas de mandar todo a la mierda en cero coma. Me solía decir a mí misma que era mejor esperar, que había que estirarlo lo más posible, que sería mejor encontrar algo antes de irme con las manos vacías y al final, solía convencerme. A veces pasaba días mirando ofertas de trabajo a ver si sonaba la flauta por casualidad y caía algo maravilloso de la nada. Porque aquí hay trabajo ¿saben? Hay bastante más que en otros sitios donde he vivido en los últimos tiempos. El problema es que no es el trabajo que nadie queremos tener. No son trabajos bonitos, ni tienen buenas condiciones, ni buenos sueldos, o no son de jornada completa y en estos tiempos que corren, no están las cosas como para trabajar menos horas de la cuenta. A veces me preocupaba llegar un día y encontrarme la empresa cerrada. No por nada, sino porque no he visto a nadie llevar una empresa de peor manera y mira que, a lo tonto, he trabajado en unos cuantos sitios. Mi empresa tiene tal nivel de pérdidas y el jefe tiene tal manera de pasar del tema como si no fuera con él que a veces me llevaba a pensar que sencillamente espera cumplir los requisitos para poder poner un ERE, como ya ha pasado en la delegación que tienen en Zaragoza.

Pero no fue así. Nunca me fui y nunca me encontré la puerta cerrada. Un miércoles por la tarde, en el que mi nivel de aburrimiento era bastante importante y durante el cual había estado comentando con Rhiwen lo harta que estaba, el poco tiempo libre que tenía y que me enviara lo más rápido posible las telas que le habíamos encargado para el Drachen ¡¡¡porque no había tiempo para todo lo que había que coser!!!, me llamaron al despacho y, mientras me sacaban unos cheques y unos papeles para firmar, me comunicaban que ya no tenía que volver al día siguiente. El jefe se deshacía en explicaciones. Que si la empresa va mal, que si ya sabemos todos cómo está el tema, que si no tenían nada en contra de mi trabajo. Mientras, yo miraba los cheques y valoraba el tema de no tener que volver ahí nunca más y qué quieren que les diga, me daban ganas de contestarle "no se preocupe, hombre, si me ha alegrado usted la tarde", pero me pareció como feo decirlo. Eso sí, el tipo se debió de quedar bastante mosqueado con mi actitud de "ah, pues muy bien ¿dónde tengo que firmar? y entonces de momento estoy de vacaciones ¿no? ¿y cuándo vuelvo por el finiquito?" De camino a casa, le comenté a Rhiwen que bueno, que ahora sí tenía tiempo para lo del Drachen y eso... aunque si nos mandaba las telas antes, mejor que después (pobre mujer, se ha ganado el cielo con lo de las telas).

Sé que no debería alegrarme de quedarme sin trabajo, que este país está hasta arriba de gente que está desesperada buscando trabajar de lo que sea, pero hoygan, es lo que hay. Que la cosa esté mal no quiere decir que tengamos que ser felices con cualquier cosa y yo estaba muy, pero que muy harta de mi trabajo. Nadie trabaja por gusto, pero es muy triste que cada vez que me preguntaran por mi trabajo me pusiera hasta de mala leche de harta que estaba. Supongo que, dentro de unos meses, si no he encontrado nada, me empezará a angustiar más el tema, pero a día de hoy, tengo paro y me puedo permitir, entre comillas, mirar con calma y buscar algo que me guste más, que no es difícil. Lo dicho... el trabajo es trabajo, si fuera bueno no nos pagarían por ello (aunque curiosamente pagan mejor cuanto menos se trabaja)... pero hasta ahora yo siempre me he considerado una persona a la que le gusta sacar el lado bueno de ir cada día a trabajar, que le gusta llevarse bien con los compañeros y hacer su trabajo de la mejor manera posible y en estos últimos meses lo único en lo que pensaba cuando sonaba el despertador por las mañanas era en que llegara el viernes de una vez. Y en que estaba muy cansada.

Y así estamos. De un día para otro me he quedado sin trabajo y no se crean que eso significa que me sobre el tiempo. Me he puesto fina de solucionar todas las cuestiones burocráticas del mundo (declaración de la Renta, papeleos pertinentes del Inem, etc.), he cosido buena parte de mi ropa para el Drachen, mi casa está condenadamente más limpia que los últimos meses. Hago más deporte, como mejor, hasta me levanto de buen humor y ni siquiera lo hago a las mil. Bueno, no al menos todos los días, la mayoría de ellos me levanto medianamente pronto para poder hacer todo lo que quiero. Estoy en modo zen, o algo así. Hasta tengo mejor cara y estoy de mejor humor, así da gusto. Hace unos días, además, me matriculé en el grado superior de Patronaje y Moda, que es algo que tengo ganas infinitas de hacer, de una vez. El único mal en toda esta historia es saber que no me puedo dormir en los laureles, que tarde o temprano tendré que encontrar algo y más me vale que sea antes de que se me termine el paro. De momento hay tiempo y me lo puedo tomar con relativa calma, pero el tiempo pasa condenadamente deprisa. En cualquier caso, mi intención es ponerme más en serio con este tema cuando volvamos del Drachen y aún más en serio a partir de septiembre, que es cuando se suelen mover más las cosas. En el peor de los casos, como ya digo, aquí hay más trabajo que en otros sitios aunque no sea el trabajo que me gustaría tener. Siempre será mejor que el que tenía, así que ya es una mejora... pero esperaré una temporada antes de echar curricula a cualquier porquería donde cojan gente. Ya que nos ponemos, lo hacemos bien.

Me despido con una canción de Last Prophecy. Verlos el otro día en su primer concierto en Pamplona en tantos años fue un lujazo. Recomiendo "Mil Horas" porque me hizo mucha ilusión volver a escucharla en directo después de nada menos que seis o siete años. Y una buena tetera de té verde con champagne y fresas, todo un clásico que no puede faltar.

2 commentaires:

Gaueko a dit…

Me alegro que lo hayas recibido así; eso significa que era lo mejor. Disfruta de la desconexión laboral y suerte cuando inicies la búsqueda.

Y esto te lo digo antes de que empecéis a enseñar las fotos de los trajes del Drachen, porque entonces os odiaré... aunque sin acritud
;-PPP

Azelaïs de Poitiers a dit…

Jajaja pero sabes que lo haremos...

Nah, lo dicho... tarde o temprano tenía que pasar, así que ha sido de la mejor manera. Hubiera preferido que fuera en julio o así, pero chico, estas cosas no se pueden decidir, como tampoco se puede decidir cuándo queremos empezar a trabajar de nuevo. Un asquete, jajajaja.