vendredi, octobre 15, 2010

Quinze de octubre de MCCXXIIII: "Donosti-Pamplona"

Cuando vivía en Zaragoza viajaba mucho más. Es lo que hay... estaba mucho más cerca de cualquiera de mis destinos habituales y, por cierto, salía mucho más económico coger el bus. Ahora, viviendo en Barcelona, todo queda a tomar por saco y no termina de compensar coger las maletas y pagar un viaje nada barato para invertir buena parte del fin de semana en ir y venir y tan sólo estar día y pico de visita.

Vamos, que aunque alguna visita de esas relámpago sí que he hecho... en los últimos tiempos he hecho la de apañar horarios y demases para poder aprovechar. Este finde ha sido la segunda vez en no demasiado tiempo que he hecho una minivisita de cuatro días Donosti-Pamplona. Y mola. La otra vez la excusa la pusieron Savo y compañía, que hicieron un Engranajes en Pamplona con motivo de las jornadas de las Umbras. El plan era tentador y ahí nos plantamos, previa visita a Donosti, eso sí, que alguno ya estaba por ahí de vacaciones.

Eso que tienen ustedes ahí soy yo haciéndome una autofoto junto a un bicho del averno (representado por Bombur) que apareció en la partida. Eso sí, en ese momento estaba petrificado y había que aprovechar. A ver cuándo subo las fotos de Engranajes de una vez.

Esta vez la excusa era que el sábado era la boda de dos amig
os de Yazston, muy majos ellos. Unos robasetas que decidieron que era buena idea celebrar la boda en San Miguel de Aralar. Normal. Si es que no hacen cosas tan bonitas por Giputxilandia. Así que fuimos a la ceremonia (tuve que andar vigilando porque alguno se quería llevar al "angelico" para su tierra, poca vergüenza...) y luego se fueron a comer por ahí mientras nosotros teníamos otros compromisos por Donosti. Eso sí, por la noche hubo grandes festejos con motivo de la boda y vaya si festejamos bien. Reservaron un local muy chulo al ladito del mar, donde la bebida corrió de mala manera y una fue de modosita y acabó bailando por encima de los sofás. Por Diox, qué vergüenza. Y no, no pienso poner fotos de eso.

Esto... sí, nada más llegar. Típica foto de posado modelo Élite y con la idea "saquémonos fotos ahora que aún vamos serenos, luego saldremos horrorosos". Y así fue.

El día siguiente, como imaginaréis, fue un día condenadamente corto. Nos despertamos a eso de las cuatro y nos encontramos con un montón de mensajes apasionados de Bardito tales como "tú, puta servil, escoria, basura maloliente, vamos a Donosti esta tarde, si estáis ahí podemos quedar" jajaja. Claro, ante semejante proposición no pudimos menos que acudir, y como ya teníamos fraguado el plan de visitar las bravas de la Meji para ver si se mantienen tan ricas (y vaya si mantienen el nivel), aprovechamos y seguimos la noche de pintxos por Donosti aprovechando que tenemos buen guía (el cual no descansó hasta que escuchó el "oooooh" de Bardo cuando cató el txangurro). Queda aquí expuesto que el amigo Bardo tuvo a bien decir que "al menos que él supiera" en Pamplona no se puede salir de pintxos. Ha firmado su sentencia de muerte, caballero, espero que venga un finde a Pamplona para remediar semejante agravio.

Cenita en Donosti, dos menús a compartir entre cuatro, dado que para entonces ya habían caído unos cuantos pintxos. Y txakolis.

Llegado el lunes, como a Yazston le tocaba currar, una servidora cogió sus pertenencias y se fue a Pamplona, a hacer un poco de vida familiar, comer pintxos de los navarros, beber té y jugar al Heroes IV. Planazo. Eso sí, el robasetas se vino más tarde (apoyado por la presencia de Bardo, robasetas de nacimiento y espíritu, jaja), porque había un plan maligno fraguado para la noche: cenorrio en la peña, como en los viejos tiempos. Eso sí, Urko insistió en que fuera en la Aldapa y no en la Anaita, como solemos otras veces. La verdad es que no había estado nunca por ahí, pero no se puede decir que tenga nada que envidiar a la Anaita.

Ahí tenemos a los artífices del cenorrio. Con la dirección de Urko, era de esperar un gran resultado, jeje

La cena fue espectacular, como suele pasar cuando estos caballeros se meten en la cocina y nos pusimos como el kiko de zampar y darle a la sidra. Así nos fue. Y, como no podía ser menos, terminadas las ceremonias, terminamos la noche en el Atxiki, que, como dice mi hermanito "es un poco de todos, así que hay que ir".

Buena cena, cerveza y más sidra y txakoli ¿qué más se puede pedir? Bueno, claro, y la demostración de que la técnica vasca y la navarra de perforar corchos para escanciar bien la sidra es similar.

Como podéis ver, fin de semana de lux, en el que no ha faltado de nada. Además, tuve a bien "encargar lluvias y cielos nublados" y se me concedieron tal cual los había pedido (gracias, ¡así da gusto!). Pisar tierras giputxis y navarras siempre es una gozada y que a una le organicen planes tan estupendos es un lujazo como hay pocos. Así que nada, toca frotarse las manos porque en breves... hay traslado de guarida.

Horas después, tras asaltar la barra del Atxiki y en buena compañía. Ahí, el amigo Pablo, de Dreamwalker, que estaba muy ocupado cantando todo lo que pusieron. El resto, una panda de alcohólicos. No quieran ustedes saber cómo acabamos la noche en casita de Edurne y Diego que tuvieron a bien, no sólo acogernos, sino incluso darnos ramen por eso de restaurarnos un poco, jaja.

Poco más. Recomiendo un Pai mu tan como el que me puso mi hermanito el otro día (otro que tal cojea con lo del té) y algo de lo que se cantó el lunes-noche. El "Warriors of the World" de Manowar, mismamente, que es buena canción de batalla.

2 commentaires:

Nu a dit…

Asi da gusto, nena. La próxima escapada a ver si no me he escapado yo y nos vemos XD

Besakos giputxis!!

Azelaïs de Poitiers a dit…

Aiiiins no sé yo, no sé yo, se rumorea que queréis estar fuera ya en noviembre ¿no? Y yo llegaré a primeros de mes. A ver si aún coincidimos y nos tomamos unos cócteles en el Stick, jeje. Si no, ya sabes, iremos a buscaros, jejeje.