lundi, avril 29, 2013

Vint i nuebe de avril de MCCXVI: "¡Rammstein!"

Me retraso. Hay muchas cosas de las que quiero hablar y poco tiempo. Y pocas ganas también, para qué negarlo. Poca constancia. Pocas ganas de escribir cuando hay tiempo y muchas cuando estoy haciendo otras cosas. Pero bueno, hace unos cuantos añazos ya que tengo este blog y nunca he tenido demasiada constancia, pese a que cada nada me digo a mí misma "a ver si ahora me pongo en serio". Y es lo que hay... hay rachas en las que se escribe más y rachas en las que se escribe menos, pero tiene su encanto echar un vistazo hacia atrás para ver todo lo que hemos vivido en todos estos años, cómo veíamos ciertas cosas (o a ciertas personas) hace unos cuantos años y cómo las vemos ahora.

En fin, menos abuela cebolleta y un poco de documentar cositas para que cuando las vea, dentro de una temporadita, diga "ah, mira qué bien nos lo pasamos con aquello". Y aquello, esta vez, es el concierto de Rammstein al que fuimos el otro día, de golpe y porrazo. De golpe y porrazo yo, quiero decir. Rober y sus primos tenían las entradas a buen recaudo desde hace unos cuantos meses, pero yo entendí que se iban al concierto y que ni siquiera me había preguntado Yazston si yo quería ir y me quedé la mar de indignada. Luego casi me siento mal cuando me enteré de que yo también tenía entrada, ejem. Pero vaya, el sábado me enteré de que el viernes nos íbamos de concierto (gracias mil, Bicho!!!). A ver a Rammstein, nada menos, que hacía un huevo que quería ir a verlos y nunca me pillaba bien. Pues hala.

El viernes, después del cole, Yazston y yo comimos, nos dimos unas duchas y esas cosas que hace la gente de bien y nos largamos, camino a Ermua, a recoger a los primos de Rober. Ya en Barakaldo aprovechamos para echar unos pintxos y más cervezas de la cuenta (a juzgar por las procesiones que hicimos al baño antes del concierto) antes de quedar con Ana, Dani y el hermano de Ana, que también se habían apuntado. Una vez reunidos todos, nos plantamos dentro.

No se sabía quién sería el telonero, pero Dani decía que "posiblemente era un Dj, porque se había oído noséqué de que viene un digi". Se pueden ustedes imaginar el cachondeo posterior... que si viene el digi, que si el digi parrriba, el digi pabajo, que si a ver si va a ser el Paquirrín, hoygan, pues para eso que salga la Pantoja y lo de más allá. El "digi" salió, vaya que si lo hizo. También se podía haber quedado en su casa, pero vaya, nos vino bien porque aprovechamos para coger buen sitio e ir de romería al baño. Y qué baños tienen en el BEC ése, hoygan: limpios, con papel y con de todo. Así da gusto.

El digi se fue a tomar vientos y no le importó a nadie. Bajaron el telón y en cuanto me despisté, se liaron ahí a fuegos artificiales. Lamadrequelestrujo, empieza el concierto y me dan ya de primeras un susto de muerte, pero vaya, que asustarme a mí no es precisamente tarea complicada.

Y ahí estaban los Rammstein, señores, los mismísimos Rammstein. El cantante bajó desde una plataforma, vestido con un plumas rosa (el rosa es el nuevo negro, y prepárense, porque Hello Kitty será la nueva calavera) y con el pelo rubio pollo (¡el cantante baja de señora!). El teclista, vestido de lentejuelas, tocaba sobre una cinta de estas de correr, y con todo su morro se puso a hacer unos kilómetros mientras tocaba. Amortizando el tiempo y eso. Se ve que el muchacho se quería quitar unos kilos, a ver si se desintegra del todo o algo.

El concierto, supremo a todos los niveles. Quizá para quien los había visto antes hubo pocas sorpresas. El cantante, histriónico de narices, tal y como todos esperábamos, pero imponiéndose como todo un señor. El teclista, raro. Así, sin más, ¿qué más se puede decir de ese señor? Pues eso, que es muy raro. Que está como unas maracas. El resto de los músicos: bien, correctos. En su papel, más discreto, pero haciendo que todo sonara a la perfección. El resto, el fuego y varias cosas que no puedo mentar porque estamos en horario infantil completaron el programa.

Lo cierto es que pudimos ver números que ya hacían en vídeos que había visto yo hará la friolera de diez años (qué mayores se nos hacen los Rammstein), pero la verdad es que quienes los veíamos por primera vez agradecimos mucho ver semejante montaje que estábamos cansados de ver en youtube (cada vez con más anuncios) y los que ya los habían visto no parecían quejarse. Tocaron todo lo conocido, muchos pudimos gritar con entusiasmo "TU HAMSTER" mientras le pegaban fuego a todo, se pegaron fuego los unos a los otros, pegaron fuego a los micrófonos, hubo hondonadas de fuegos artificiales y pegaron fuego al simbolillo. Nos echaron espuma de la de los bomberos y un montón de papelitos. Y hala, todos para casa después de los consabidos bises. Contentos. Escuchando Rammstein en el coche y sonriéndonos de vuelta, diciendo "ha estado tremendo" a ratos y "qué mal están estos tíos de la cabeza" otros ratos. Como ya dije en su momento, las palabras que resumen el concierto son :"¿¿¿Pero qué hostias???".

Y eso es todo, acompañado de unas fotos que salieron condenadamente borrosas, vaya usted a saber por qué, con lo bien que se me suele portar la cámara (brrrr), pero bueno, al menos dejan constancia de que estuvimos allí. (Nota: blogger me está tocando lo que no tengo y se niega a subir las fotos así que, si me acuerdo, las subo en otro momento).

Recomendando... "Spielhur", que no la tocaron (tampoco lo esperaba, la verdad, no es una canción muy de concierto y no sé que suelan llevar coros, que también podía haber sido), pero a mí me gusta y como esto es mi blog y me lo fo... me lo suelo escribir yo, hoygan, pues eso. Y de beber, birra, que es Rammstein, no les puedo recomendar que se tomen un té verde mientras.

mercredi, avril 03, 2013

Tres de avril de MCCXVI: "Apagados, desconectados, fuera de cobertura"

Vacaciones, vacaciones. Para éste, para aquél e incluso para mí misma, que trabajar como tal, no trabajo, pero me las iba mereciendo igual. Lo cierto es que las Navidades, con todo el curro de lo de Carnaval, fueron poco disfrutadas y desde entonces no he tenido tiempo ni para respirar: ponerme mala, hacer trabajos para clase, mala otra vez, encargos, otra vez mala (joer, es que últimamente mi sistema inmunológico ha reventado del todo, qué asco, hoygan), y exámenes y de repente... nada. Bueno, nada no. Trabajos para clase, nuevamente, y un par de encargos que tengo para Hyboria. Pero da tiempo como para respirar, en serio, como para ver la luz del sol y socializar, y hacer un poco el vago, y dormir un poquito de más, que ya tocaba.

Dos semanas de vacaciones, para adelantar trabajos, para coser los encargos que tengo pendientes, para empezar a mirar qué cosemos para el Drachen, para publicar novedades en Atemporalia, para buscar curro, para esto, para aquello, ver gente y hasta para desconectar cuatro días en la Salamanca profunda. Porque Yazston tiene familia por ahí y solía pasarse por estas fechas hasta que empezó a tener la Semana Santa ocupada por los Rúnicos, así que, a falta de Rúnicos, le toca reencontrarse con sus tierras por estos tiempos y para allá que he ido yo también, a desaparecer unos días.

La idea era vegetar panza arriba, o eso creía yo cuando metí en la mochila unos apuntes de clase, un libro de patronaje y una novela. Justo, justo he podido ponerme dos minutos con los apuntes de clase. Y dos contados, porque cada vez que poníamos culo en asiento aparecía alguien proponiéndonos ir a tal o cual sitio. Y mira, descansar está bien, pero pasearse y socializar tampoco está nada mal cuando en los últimos tiempos no he hecho más que ir del cole a casa y de casa al cole. Así que ha habido de todo un poco: paseos por el monte (con zapatos), cena apañada estilo sidrería en pleno Vitigudino y hasta una escapadita a ver a Oswaldo y señora, tan majos como siempre.

Diré que me sorprendió mucho ver Salamanca verde y lluviosa. Hasta que fui con Rober hace un par de añitos de visita por esas tierras nunca había pisado yo tan allá, y es que Castilla y León la tengo muy desconocida (pocos vivos y pocas merith por ahí, témome), pero poco a poco lo vamos solucionando. Hasta la fecha sólo habíamos ido en verano y la verdad es que el cambio, yendo en estas fechas, es brutal.

Ha llovido tanto estos días que media Castilla está encharcada. Aquí, en un lugar aleatorio en la Sierra, entre Ávila y Madrid, a la salida del restaurante donde fuimos con Oswaldo y su señora. Pondría fotos del menú, pero qué quieren que les diga, estábamos demasiado ocupados dándole fin (seis postres para cuatro personas creo que dan idea de los hechos)

Eso sí, como todas las veces anteriores, me quedo con visitas pendientes en el tintero: visitar con más calma Salamanca capital, pasarnos por Portugal... y esta vez, además, me quedo con las ganas de visitar con calma Ávila. Como Oswaldo andaba de guardia, no nos pudimos alejar mucho de su clínica. Eso no nos impidió visitar la pedazo clínica que tiene montada el señor veterinario (¡yo llevaría ahí a mis mininos de no ser porque serían un porrón de horas de viaje!), además de ponernos finos de comer en un restaurante perdido en un hotel rural perdido monte arriba en mitad de la Sierra y dar un paseo por un jardín botánico y temático que tienen ahí en San Martín de Valdeiglesias. Disfrutando de la visita y del placer de la compañía de nuestros anfitriones.

 Un Eduardo Manostijeras se ha montado un jardincito en San Martín de Valdeiglesias en el que encontramos "esculturas" (recorturas, más bien) de este calibre.

 Ya desde el pueblo del Bicho nos acercamos a ver el Pozo de los Humos, una cascada que nos habían recomendado ver a menudo, pero como siempre íbamos en verano, ya nos decían que agua caía más bien poca. Esta vez, con todo lo que ha llovido, se pueden ustedes imaginar que estaba a tope y si no lo creen, vean las fotos.

Yazston, disfrutando del paisaje.

Claro que, como para no disfrutar...

Aprovechamos también para ver la presa de Aldeadávila. Coñe, cuando trabajaba en Patrimonio con Lameri me tocó ver unas cuantas presas y unas cuantas centrales hidroeléctricas, pero ninguna tan enorme como ésta. Un rato impresionante ya es, hoygan, y les recomiendo que se acerquen si caen por esas tierras.

El Duero repletito de agua, subiendo de camino a la presa.

 Impresionantes vistas de la presa de Aldeadávila. No apto para gentes vertigosas.

El resto... se pueden imaginar... mucho de comer y bastante de beber, porque esas visitas siempre acaban siendo gastronómicas perdidas. Días tranquilos aunque ajetreados. Unos días fuera siempre vienen bien para volver con las pilas cargadas y bueno, aún venía con una semana antes de volver a las clases, así que todavía estoy ahí intentando sacar partido a las vacaciones como está mandado. Ya ven, no es que haya mucha novedad, pero una pretende mantener el blog activo y eso.

Disfruten de un buen té verde con cítricos, que llega la primavera y lo uno llama a lo otro. Disfruten también de buena música, "The State", de Poisonblack, siempre es una buena opción. Nos leemos.