lundi, novembre 24, 2008

Veynte et quatro de nobiembre de mildoscientosvint y dos: Reyno de Pamplona

No tenía la menor gana de salir de viaje el viernes pasado por la tarde. Sobre todo porque después de toda las semana agobiada, me apetecía tumbarme en mi sofá, hacerme un té, ver una película... esas cosas. No tenía humor para hacer la maleta y salir a toda prisa para Pamplona. Sin embargo, mereció muchísimo la pena.

-"Esta es la Pamplona que me produce nostalgia" -decía Santi, mientras tomábamos un café en el Vienés. Y tanto que nostalgia. Podía hacer tranquilamente siete años que no nos veíamos y sin embargo fue una gozada estar ahí sentados los cuatro, completando anécdotas que, por separado, llevábamos años recordando fragmentariamente. Sólo faltaban Nico, Paula y Cecilia, para tener todas las piezas. Pero ya habrá otros momentos y otros escenarios.


No le faltaba razón a Santi. No fue sólo ese café de un par de horas y la larga conversación en el tren hacia Zaragoza. Supongo que a él, a Cecilia o a mí (entre tantos otros) se nos pasa por la cabeza pocas veces la posibilidad de volver a Pamplona. En cierto modo, muchas cosas serían infinitamente más sencillas. Sin embargo, en parte por interés profesional, en parte por el deseo de crearnos nuestra propia vida fuera del nido, hace años que decidimos voluntariamente coger nuestras cosas y marcharnos fuera. Al menos temporalmente, claro, a saber en dónde acabaremos. Aunque unos más, otros menos, ya no contamos con volver. O contamos pocas veces. Y de alguna manera, tengo la impresión de que aprovechamos poco el tiempo que vivimos ahí.

Este era un fin de semana de esos que realmente me dolió vivir alejada de lo que, de forma irreemplazable, sigue siendo mi hogar. Me siento "en casa" en Zaragoza, llegué a sentirlo en Madrid y en Siena, e incluso un poquito en París, pero no de una manera tan intensa como en Pamplona. Pamplona es, y siempre será, por alejada que viva de ella, mi lugar. El lugar donde siempre se puede regresar. De alguna manera lo siento, en algún momento, en todas mis estancias. Pero como dijo Santi el domingo... no es lo mismo ir en Sanfermines o en verano. La Pamplona "de verdad", la que viene a nuestras cabezas siempre que pensamos "en casa", es esa ciudad otoñal, donde las hojas de los árboles caen continuamente y no para de llover. Esa donde los lugares lógicos para quedar con los amigos (o donde salir a tomar un café mientras se lee un libro) son la tetería de la Mañueta, la cervecería Internacional o el café Vienés, situado en los Jardines de la Taconera. Donde para llegar, hay que atravesar los jardines, llenos de charcos con hojas secas.


Recomendando... un té moruno en el árabe de Carlos III (o en casa de uno, a falta del recomendado). Para escuchar, el capricho vasco de Sarasate, tocado por él mismo, para qué andarnos con tonterías.

samedi, novembre 08, 2008

Ocho de diziembre de mildoscientos vint y dos: "Tempus transit gelidum II (aunque parezca lo contrario)"

Pues nada, creía yo, inocentemente, que cuando terminara con el DEA (o el DEA terminara conmigo), tendría más tiempo para escribir, pero tampoco pasa, jaja. Bueno, confieso que tiempo hay, pero ganas pocas. Soy una bloggeadora errática, como dice Keleb Dûr.

He de decir que al menos he aprovechado el tiempo para "volver al mundo" y retomar la vida social y de qué forma. Tanto, que este fin de semana he decidido hacer reclusión. O más bien semi reclusión, porque mi plan de ayer de té y película se vio frustrado porque me fui a tomar un café laaargo por ahí y esta noche nos vamos a jugar a la wii a casa de Danny y Miryan, juaz.

Pero bueno... así, como resumen, llevo un mes que no paro. Entre el Pilar (con la visita de Bardete), Allogüin con la visita de mis primos y el conciertazo de los Valalos, el cumple de Lameri y el finde que vino Ariencita (que coincidió con dos conciertos Valalos y llegamos a parecer grupis de pro)... os podéis imaginar. En medio cayó una visita a mis tierras, donde pude aprovechar para ver a mi hermano y panda en las semifinales del Encuentros de Pamplona. Últimamente, entre los Espíritu de Contradicción y los Valhalla llevo un tiempo la mar de grupi y propagandística, pero me alegro, porque es señal de que van acumulando conciertos y la cosa está tirando para adelante con los dos grupos. ¡A ver cuándo dan un concierto juntos! jaja. También estuve en Madrid, confieso para que más de uno me mire fatal por no avisar, pero la verdad es que fue nada más acabar el DEA y sólo me apetecía vegetaaaarrrr y no hacer nada de vida social (y ver la exposición del Prado, por cierto, que me daba una rabia increible quedarme sin verla, como me pasó con la de Mucha). De todas formas, es más que muy posible que me estire un finde de diciembre y me pase por ahí, esta vez con mayor intención de socializarme, así que ya hablaremos...

Pondría fotos de lo uno y lo otro, pero estoy un tanto vaga... la verdad es que sólo me apetecía saludar a la gente maja que aún se pasa por aquí y todo y poco más. Un año de estos (mañana, la semana que viene o dentro de tres años) retomaré la sana costumbre de escribir de todo un poco, porque no creáis que no me apetece y no se me ocurren cosas, pero luego pongo internet y pierdo el tiempo en cualquier otra subnormalidad, jajaja.

En fin, besitos y recomiendo... una buena taza de té negro con naranja de sangre... (ese té que compramos por el nombre y veneramos por el sabor, jaja) y para escuchar, "Question of Heaven" de Iced Earth, dedicada a la Ariencita, porque no conozco a mucha gente que decida que es buena idea cantar eso a pleno pulmón a eso de la una de la mañana un sábado vegetoso en casa, jaja (estando afónicas, para más inri).