samedi, décembre 03, 2005

Tres de diziembre de mildoscientosdiezynueve: "Ir de"

El ser humano, así, en general, está lleno de defectos. O mejor dicho, de "rasgos de su personalidad que pueden chocar con la personalidad ajena". Por otra parte todos tenemos un determinado nivel de tolerancia que nos hace tolerar determinados rasgos ajenos y detestar otros. Vamos, que hay cosas ajenas que no tragamos ni con salsa de curry...

Quizá el tipo de persona que menos tolero últimamente es esa gente que se considera poco interesante a ojos de los demás y decide enmascararse para mostrar una personalidad metida con loctite. Todos conocemos una buena cantidad de esta gente. Esos que tratan de comprarte como persona mostrándose lo ufanos que se sienten con su manera de vestir, con su docta cultura en materias extrañas a las que tú nunca tendrás acceso o con lo simpáticos y sociables que son. Esos que a los tres minutos te empiezan a escamar, porque te vas dando cuenta de que sus personalidades son bastante "de pega" y te empiezan a poner nerviosos. Los hay que las camuflan mejor que otros, todo sea dicho, pero tarde o temprano se les nota. Se les nota cuando te restriegan que tienen una enorme colección de música clásica en la que no saben distinguir una composición barroca de una romántica, o cuando aseguran que jamás se pondrían ropa que no sea gótica (que conste que no me meto con la gente que viste gótica porque le gusta y porque se siente identificada con esa ropa en concreto) o cuando les dejas un libro de Oscar Wilde (porque se supone que les encanta la literatura inglesa romántica) y te lo devuelven sin siquiera comentarte qué piensan de lo que han leído (suponiendo que lo hayan hecho).

Algunos de ellos encima tienen la desfachatez de imitarte. Los hay que incluso me imitan a mí... hay que estar acabado para tomarme a mí de ejemplo, pero esa gente generalmente no tiene muy buen sentido crítico y se afilian a lo primero que pillan. Seguro que los habéis notado... son esa gente que te exige que les dejes música, que le enseñes a hacer eso que haces tú, que les digas qué libros te lees... esa gente con la que te das cuenta de que las últimas tres horas de conversación han consistido en lo que haces tú desde que te levantas por la mañana hasta que te acuestas, la música que escuchas y los libros que has leído en los últimos tres años... pero que a su vez no te han aportado nada. Excepto el "ah, sí, me gustaría leerme eso" o el "no tengo nada de ese grupo ¿me dejarás algo?. Y es que una cosa es dejarse asesorar por gente que tiene intereses similares a los tuyos y otra cosa es reproducirla como persona.

¿Y luego qué? El Elfo hablaba el otro día (con respecto a otro tema) de esa gente que mitifica a otra gente para luego acabar mitificándose a sí mismos. Efectivamente, es lo que termina por suceder. Es un cambio gradual... primero te mitifican (a saber por qué... quizá porque ven que te llevas bien con determinada gente o por algo similar, no sé), deciden plagiarte y cuando te han plagiado lo suficiente (generalmente a tí y a otros, otras veces a tí en exclusiva) se automitifican y ahí llega cuando se vuelven más insoportables. Ya conocéis a esos que se creen Elfos y se sienten entusiasmados cuando alguien se lo dice (ya que han entregado largos años de su vida a parecerlo, mediante clases de actividades "élficas", dejándose largas melenas o adoptando lánguidas posturas), los hay todavía más divertidos, que se creen trágicos personajes extraídos del siglo XIX. También están esos que van de góticos provocadores, que son los más góticos, los más provocadores (incluyendo esas que son tan liberales que se dedican a poner las tetas en la cara de los amigos de su novio, que ya tiene aguante). O esos que simplemente van de seres "perfectos" y divinos y no pueden salir de casa si les ha salido un grano por si se nos derrumba la concepción sobrenatural que tenemos de ellos.

Todos tenemos una máscara, cierto, pero la de la mayoría es lo suficientemente frágil como para poder quitárnosla en presencia de los amigos o como para saber que lo que llevamos es una máscara y sirve para cosas concretas. El resto... es insoportable y poco creíble.

Si alguien se da por aludido en este blog que no se preocupe, efectivamente me he referido a varias personas concretas y creo haber sido bastante explícita, así que es normal, jejeje.

Al resto... os recomiendo un café con baileys mientras escucháis "A Kingdom for a Heart" de Sonata Arctica.